Parece que el calificativo bonito ha perdido algo de valor, como si las cosas bonitas fueran muy habituales. Yo quiero recuperar la importancia de las cosas bonitas, su calidad; y es que si algo fue el tributo a Paco de Lucía del martes pasado, es bonito.
Fue muy bonito a todos los niveles, muy bonito musicalmente hablando, muy bonito por su emotividad, muy bonito por a quién iba dirigido, muy bonito por la entrega del público, ( todos los flamencos de Madrid estábamos allí, Joaquín Albaicín, el «Morito» y su familia al completo, artistas como Juan Antonio Salazar…), público que fue a darlo todo con sus olés y su ganas de disfrutar. Muy bonito por el alma que pusieron los músicos, el sexteto de Paco de Lucía y los miembros de Flamenco Life y Pandora que se dejaron el resto para que todo saliera bien.
Antes de subir el telón aparece en escena Ramón » el Portugués», cargado de emoción, de sentimiento y recuerdos, contando varias anécdotas que vivió con el maestro. Contenido confesó que una vez llegó a decirle que él era «Jesucristo con una guitarra», y se levanta el telón.
Entra en el escenario Antonio Sánchez, sobrino del guitarrista, que como buen alumno tuvo una noche muy acertada y mostró al público toda la capacidad de sus manos.
El segundo que salió a escena fue Josemi Carmona que lo hizo con «Reflejo de Luna», ahí es nada ( y aquí debo hacer un paréntesis obligatoriamente, ya que tuve el privilegio de estar sentada al lado de su madre Amparo, y su padre, el otro maestro, Pepe Habichuela, durante el recital. Viviendo como ellos disfrutaban del buen toque de su hijo y no podían evitar los olés, los «bieen» y los arranques por palmas y aplausos en mitad de su intervención. Qué orgullosos se sentían. Yo pensaba todo el rato que claro, Josemi tiene a quien salir).
Hubo también intervenciones en solitario de José María Bandera, también sobrino de Paco, cantes de la siempre acertada Montse Cortés acompañada de otro de los buenos, Paquete, ratos de magistral percusión concedidas por Sabu Porrina, Ramón Suárez y Piraña. Ellos tres sacan ritmo a una cucharilla si quieren.
El momento álgido llegó con todos los músicos en el ruedo. Las voces de Potito y David de la Jacoba nunca pasan desapercibidas. «Solo quiero caminar» fue uno de los momentos fuertes de la noche interpretado por todos. Cabe destacar la armónica de Antonio Serrano y el bajo de Alain Pérez que empastaron a la perfección con los aires flamencos de los demás.
El último lance, ya tras el aplauso y puesta en pie del público al completo, fue la mítica «Entre Dos Aguas» para dejarnos todo el regusto al guitarrista de Algeciras.
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