El Martes, en el Festival Flamenco Madrid, me encontré con las «Las Puertas de Gades» de Encarna Anillo.

Creo que es una cuestión casi de justicia para los artistas, para el Festival, pero sobre todo para el Flamenco y los aficionados, escribir sobre lo vivido. Más si cabe cuando lo que se pone sobre las tablas tiene la calidad con la que el espectáculo de la gaditana cuenta.

ARTISTA, ese sería mi resumen, pues Encarna sobre todas las cosas es ARTISTA, así, en mayúsculas. No sólo por su brutal conexión con el público desde el minuto uno, ni por su manera de llenar el escenario, ni por su forma de vestirse para el momento, es una auténtica diva, que se ha lanzado a mostrar al mundo su faceta más y menos flamenca, bueno menos por denominarlo de alguna manera pues la Anillo es Flamenca haga lo que haga. Sus «Puertas» lo son para abrir su corazón y regalarnos una serie de momentos protagonizados por canción y música española y latinoamericana, pero dando una de cal y otra de arena, mezclando con cante por derecho, pues hubo Alegrías, Malagueñas acompañadas al piano, Tangos en recuerdo a la Revuelo, Soleá que hizo llorar hasta al apuntador, en la que Encarna directamente entró en Cádiz para levitar, y Bulerías de la tierra. Por no hablar del Fin de Fiesta.

El elenco que la acompaña, Pituquete a la guitarra, Melchor Borja al piano y segunda guitarra, Roberto Jaén a la percusión y a las palmas y coros Jorge Bautista y David Gavira, terminan de cerrar el círculo para que la actuación sea redonda. Repertorio elegido con gusto exquisito, interpretado de forma magistral y llevado a escena desde la emoción, el trabajo y el ARTE.

Gracias por aportar de esta manera a la cultura, al Flamenco, a la humanidad y al corazón. Enhorabuena!