Acudimos al espectáculo “Latente”, protagonizado por el joven bailaor Joselillo Romero, de nombre artístico José Maya. Dicho espectáculo formaba parte del cartel de la reconocida Summa Flamenca de Madrid y fue posible en el Teatro Español de la plaza de Santa Ana.
Ocho de la tarde, los alrededores del teatro se visten de lunares y empiezan a llegar gitanos y flamencos dispuestos a pasar una tarde de duende.
Yo debo reconocer mi debilidad por este bailaor, que como mucha otra gente ha tenido que marcharse a Europa para poder seguir viviendo de lo que sabe hacer, y se ha instalado en París, con lo que ésto conlleva, haciendo que aquí podamos disfrutar pocas veces de su arte. Menos mal que he tenido la suerte de verle crecer en el Cardamomo y alrededores, desde que era un chiquillo, le veíamos dar sus taconeos en la noche madrileña y ya entonces llamaba la atención por sus maneras.
Para mí hoy es uno de los mejores, sin nada que envidiar a los ya más reconocidos artistas, pero volvamos al espectáculo de esta tarde en sí. Se abre el telón y allí aparece él en en silueta, taconeando como si fuera fácil, con la naturalidad que hacemos las cosas cotidianas, dejando petrificado a cualquier individuo del público.
La tarde se vuelve mágica ya que nos vemos inmersos en el más puro flamenco, en la vuelta a la sencillez, dos cantaores, José Valencia y Rubio de Pruna, bastante acertados, un cajón de Lucky Losada y una guitarra, la de “El Perla”, sin necesidad de grandes equipos, algo íntimo, con el compás suficiente como para dejarnos temblando, con los corazones latiendo a un ritmo imparable.
Cuando menos lo esperamos, sale ella, la otra estrella del espectáculo, la voz femenina más ronca de este arte, la tía Juana la del Pipa, pero no es solo su voz lo que arranca los olés del público asistente, si no cada movimiento que hace con el cuerpo, cada vez que se agarra la falda de gitana y la agita al compás de sus bulerías, tangos o lo que en ese momento esté interpretando, acompañando al bailaor, del que sale de sus ojos todo el respeto del mundo hacia la señora que tiene delante, como buen gitano, que admira a sus mayores.
Y entre el más joven y la mayor, han formado una que cuando nos hemos querido dar cuenta, estábamos en el fin de fiesta, con la pena nuestra porque se acababa la función, porque no sabemos cuando podremos disfrutar de nuevo del talento extraordinario de este artista que maneja sus manos y sus pies como pocos. Y lo que también nos descubrió en este teatro, su voz, ya que el previo al fin de fiesta fue una despedida de José, cantando el fandango de Los Rubios y esfumándose del escenario.
A continuación os dejamos unos vídeos para que disfrutéis de semejantes artistas:
Foto sacada de Facebook José Maya
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