A dos lunas de celebrarse San José y con ello el día del padre, mi abuelo materno siempre aparece en mi recuerdo, pues a pesar de que partió vuelo hace ya bastantes años, mi madre y mis tías lo mantienen presente en su día a día como la mayor de sus referencias en la vida. Era un hombre de pocas palabras, así que yo no tuve mucha oportunidad de conversar con él pero me queda su legado, ese que queda en sus vástagos y su legado flamenco, pues era un gran aficionado que dejó un montón de vinilos, recortes de periódicos, apuntes y casettes que hoy en día yo cuido y disfruto tal y como lo haría él. Mi abuelo era extremeño por lo que la noche del sábado le recordé con la nostalgia de no haber vivido con él nunca una experiencia flamenca, pero de alguna manera sentí que estaba allí con nosotros.
En la Sala García Lorca y dando continuidad al Ciclo «Sones de Extremadura» la noche se dividía en dos bloques, guitarra para la primera parte, Javier Conde sentenciaba de nuevo. Este joven tocaor es hombre tranquilo, que cumple a rajatabla con los rituales de la mayoría de los guitarristas y al que le gusta estar concentrado, calentando, y en solitario un buen rato antes de salir a escena.
Tiene clarísimos sus referentes y a través de ellos y sus creaciones Javier se expresa y saca de sí mismo lo mejor de lo mejor. Pasar cinco minutos charlando con él es darte cuenta de su tendencia perfeccionista. Escucharlo por los Maestros, con tal precisión, regalando al público un abanico de obras como por Taranta de Serranito, Guajira y el Zapateado de Batista, Soleá de Sabicas o su Danza Árabe en solitario u homenajear a Paco de Lucía ya acompañado por la segunda sonanta de Juan Fer Pérez dejan claro el conocimiento y la sensibilidad artística de Conde. Para remate, «El Pájaro Campana» tras el que vino bien el descanso pues nos quedamos en shock, la belleza de esta pieza de Víctor Monge, unida a la perfecta ejecución de la misma por parte del extremeño y su compañero, nos puso un nudo en la garganta complicado de deshacer sin beber algo.
Vuelta a nuestro sitio, llega el turno del Cante. Con muchas ganas de seguir escuchando pues venía a la Fundación Casa Patas Juanfran Carrasco. Cantaor veinteañero, de Santa Amalia, y al que escuchábamos por primera vez en directo. Tuvimos el privilegio de oírle un ratito antes en camerinos, preparando su recital junto a Miguel y Juan Vargas que le acompañarían al Toque, así que nos hacíamos una idea de por donde iban a ir los tiros. Es un tópico muy utilizado en el Flamenco pero la realidad es que Juanfran parece un viejo cantando. Tiene gusto y tiene personalidad. Salió nervioso, era la segunda vez que cantaba en Madrid y esta sala «donde el cante sabe a gloria», según Manjavacas, es una plaza importante. Malagueña, Soleá, Tangos en los que Extremadura fue protagonista, Jaleos, extremeños y castellanos rematados por Bulerías y Jerez fueron su repertorio. Para finalizar Fandangos, pues él es muy aficionado a este cante. Entre su cante, el excepcional toque de los Vargas, que escucharon olés en múltiples ocasiones, y el compás de Miguel Téllez y Noe Barroso, el público salió emocionado, con ganas de más y con la sensación de estar ante uno de los nombres que formarán parte de la cartelería y que dará mucho que hablar entre la afición. Cuando además, ya sin nervios, uno lo escucha de nuevo, entiende el porqué de las palabras de Ingueta Rubio hacia él: » un cantaor a veces sale al escenario y las cosas salen mejor o peor, pero cuando las cosas se hacen desde el corazón y con verdad, ahí es cuando se demuestra que uno es artista y ese eres tú».
Pasen y Disfruten.
Fotos y Vídeos de Carmen Fernández – Enríquez.
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