Viernes veintitrés de Febrero, arranca el Festival de Jerez en su edición número veintidós y este año no hemos querido perdérnoslo, así que, carretera y manta. A las tres y cuarto de la tarde llegábamos a las inmediaciones del hotel Los Jándalos, ahora llamado Hotel Soho Boutique & Spa, y con ganas de comer, paramos en el primer bar que vimos. Entrada triunfal, pues nada más subir la escalera de entrada, Vicente Soto y sus dos acompañantes, Rafael Lorente que ha escrito las letras del nuevo trabajo del «Sordera» y Benito Ortegón, siendo Soto el principal causante de que hubiéramos elegido esta fecha para asistir al Festival, pues la noche del veinticuatro presentaba su disco «Coplas del Desagravio». ¿Casualidad? Creo que no. Creo que era una señal que indicaba lo bien que se iban a dar el resto de los días en la ciudad del fino y del compás.

Tras la buena comida y mejor conversación, un poco de descanso y directos al Villamarta, previo paso por una bodeguita de al lado en la que se congregan críticos, artistas, aficionados y en la que vende una manteca colorá, que como nos contó José María Castaño, «se te caen dos lagrimones según la pruebas». Gamboa, Velázquez – Gaztelu, Manuel Curao, Marta Carrasco…. Todos preparados y congregados a disfrutar pues El Ballet Nacional inaugura el Festival con su espectáculo compuesto de varias piezas entre las que sin duda la emoción para nosotros llegó al ver rescatada la «Soleá del Mantón» de Blanca del Rey, interpretada por Esther Jurado con una elegancia exquisita y acompañada al Cante de Saray Muñoz y un acertadísimo Gabriel de la Tomasa que siempre añade jondura a todo lo que se entrega. Antonio Ruiz Soler y Rafael Aguilar también fueron homenajeados con la puesta en escena de Eritaña y del Zapateado Sarasate y del Bolero de Ravel. Alento, coreografía original de Antonio Najarro, director del Ballet Nacional, también fue muy aplaudida por un público que llenó el Villamarta y que como no pasa en casi ningún otro lugar del mundo, aplaude por Bulerías.

Casi sin tiempo corrimos a La Guarida del Ángel. Allí Niño Jero y su familia actuaban dentro de la programación Jerez Off Festival y era casi imprescindible vivir el toque de esta saga que tuvo su mayor momento de gloria al comienzo con el propio Periquín y después con la Seguiriya cantada por su nuera Lela Soto. Con la pena por otro lado de perdernos el recital del gran Antonio Rey, que por comentarios de asistentes volvió a estar inmenso, y la convicción de vivir Jerez desde toda su oferta artística durante estos días. No se puede estar en todas partes, por desgracia.

Este Festival no es solamente una puerta abierta al arte flamenco en todas sus disciplinas, si no que es un festival que hace marca de ciudad, da alternativas para todos los gustos y los públicos y crea un ambiente único ante un abanico de diferentes posibilidades ante las cuales la única actitud posible es la de disfrutar.

El sábado recorrido por la ciudad natal de Don Antonio Chacón, de Terremoto, de la Paquera, de Moraíto, de tantos y tantos que es imposible no desear perderte entre sus callecitas y saborear. A las 21h de nuevo al teatro para disfrutar del espectáculo de un Manuel Liñán que vuelca el patio de butacas. Su «Baile de Autor» es como la tan de moda cocina de autor, minimalista, cuidada al máximo, creativa auque lo que se ponga en escena ya se haya visto en otras ocasiones y de la mano de otros artistas como Rubén Olmos o Rocío Molina, pero el trabajo de Liñán es para admirarlo. Ocho farolillos, 3 sillas y 3 artistas son prácticamente el plato principal de esta elegantísima cena. Un David Carpio que dicta sentencia en los Cantes de mayor arraigo y un Manuel Valencia insuperable en su Seguiriya complementan al bailaor que hace sencillo lo casi imposible. Creador de emociones y de sensaciones que desde la butaca se viven con máxima espectación, Manuel cocinó, emplató y sirvió un menú repleto de Estrellas Michelín.

Para no perder el ritmo, corriendo a la Bodega González Byass pues allí el Cante de uno de los miembros de la saga Sordera presenta nuevo disco. Sí, Vicente Soto, llegó su momento. Acompañado por las magistrales guitarras de Diego del Morao, Alfredo Lagos, Manuel Parrilla, Juan Diego, Nono Jero y Manuel Valencia, las cantaoras Lela Soto y Melchora Ortega, la percusión de «El Chispa» y las palmas de Cantarote, Juan Diego Valencia y el Bo, mostraba y se dejaba el corazón cantándole a la mujer a través de Tonás, Fandagos, Soleá por Bulerías, Alegrías, Malagueña, Bulerías…. Escuchar a Vicente en Jerez, dentro de una bodega y rodeado de su gente es el camino hacia el entendimiento y el porqué del éxito de este arte, de esta ciudad y sus hijos que trasladan al público asistente a una época y un lugar de ensueño, de matices, de rincones llenos de aromas salidos de el tarro de las esencias.

Por las mañanas ruedas de prensa de los espectáculos que están por llegar, a medio día las Peñas acogen a todo el que quiera acercarse, después la programación de la Sala Paul, llegando la noche Villamarta y de remate las Bodegas. Tras esta maratón, para los más trasnochadores, El Colmao, Los Lunares o la Peña Luis de la Pica son los centros base de las reuniones, de los momentos de celebración y de unión entre público y artistas. Se convierten en la sede de las buenas conversaciones, del intercambio de sensaciones causadas, de opiniones y sobre todo, son el lugar para la diversión y la celebración de los éxitos. Ese es el recorrido. Así se terminan las noches y se da la bienvenida al alba de un Jerez de la Frontera sin fornteras, que no pone límites y que es la máxima expresión de la entrega y la lucha por hacer de una ciudad, la casa de todos. Hasta el año que viene.

Imágenes cedidas por Javier Fergó / Festival de Jerez.