Primera noche del II Festival Flamenco de Club y lleno hasta la bandera. El cartel de órdago, la sola presencia de un Pepe Habichuela es éxito asegurado pues, a sus 74 años su toque tiene ese sabor añejo que da la experiencia sin perder la frescura que este último Mohicano ha tenido siempre gracias a su apertura de mente, a su capacidad para mezclarse con otras músicas y su gusto por rodearse siempre de gente jóven a quien enseña y de quien aprende. Y anoche, lo volvió a hacer, pues la otra mitad del cartel era David de Jacoba, cantaor granaíno, como el tocaor, y una de las referencias jóvenes de hoy en día sin duda alguna.

Tras la presentación de Pato, dueño del Café Berlín y creador junto a Bandolero de este Festival, apareció Pepe solo en el escenario, con una introducción de la Nana del Caballo Grande. En una velada llena de sorpresas pues sobre el escenario fueron apareciendo Bandolero, El Camborio, laúd en mano, para meterse por Bulerías. Con Josemi fue el turno de los Tangos. Hubo también Alegrías y llegó el descanso.

Un cigarro para los fumadores, algo de conversación entre los aficionados y vuelta a la carga. Llegó la hora del Cante y salió David a matar por Tarantos. Puro metal. David duele siempre. Con esa voz tan finita pero que tanto pellizca, con esa capacidad de transmitir que nos atravesó por Seguiriya y que reventó a olés por Tientos Tangos, con Josemi Carmona y Bandolero sobre el escenario. Formación impecable, la veteranía del mayor de los Habichuela, el musicazo de musicazos que es su hijo y la ejecución de este percusionista hicieron de esta primera velada una noche enorme.

Fin de Fiesta por Bulerías, con Amparo Bengala bailando y Naike poniendo la voz e impregnando de personalidad el espacio.

Entre el público Esperanza Fernández y Miguel Ángel Cortés, protagonistas del concierto del sábado, Guadiana, Ramón el Portugués, Joni Jiménez, Sabu Porrina … Ellos eran algunos de los artistas que no quisieron perderse este recital en el que volvían a mezclarse varias generaciones que demuestran de nuevo la valía de un Arte que, a pesar de toda la controversia a la que algunos lo quieren ligar, no tiene otra verdad que la de transmitir o no transmitir. Sin estéticas extravagantes, sin salirse de madre, sin confundir a nadie. Porque la mejor reivindicación del Flamenco es el propio Flamenco, sin más.