Viernes veintisiete de Agosto. Pamplona. Segundo Round en Flamenco On Fire. Desayuno y directos a la plaza del Ayuntamiento pues canta Dolores la Agujetas en el balcón. Echamos de menos el calor de una plaza repleta de gente expectante, aunque expectantes seguimos todos los que asistimos, el aforo reducido debido a la pandemia nos aparta del ambiente habitual en esta actividad paralela tan controvertida y que a mí particularmente me encanta. Que el flamenco esté en los balcones no implica en absoluto que no esté en los teatros y me consta que todos los artistas que han pasado por ahí lo disfrutan de lo lindo pues es a plena luz del día y ven las calles llenas de personas esperando para escucharles.

La Agujetas, acompañada por Domingo Rubichi estuvo inmensa cantando sobre todo por Fandangos, Seguiriya y Martinete. A hierro mata y a hierro muere con ese metal de fragua que tiene en su garganta. Finalizado el balcón, nos adentramos en el Casino de Pamplona a escuchar como Juan Luis Cano se inició en el Flamenco. Impresionante salón, según Juan Luis muy parecido a la sala de estar de su casa, en el que entre Cante, Toque del protagonista, Salva del Real y Cristina Soler, y anécdota tras anécdota, nos desgrana su experiencia y sitúa determinados palos para el público que quiera conocer algo más de cerca esta cultura.

La tarde se plantea imparable, a las siete Inés Bacán en Civicox Condestable, acompañada por Antonio Moya, nos hace temblar e incluso entrar en el mismo trance que entra ella cuando se expresa. De manera natural va transmitiendo los tercios con una personalidad y una sensibilidad extrema que conmueve al más insensible.

Con la emoción aún contenida, cambio de tercio para llegar al Palacio Ezpeleta, precioso espacio, en el que que nos espera Rycardo Moreno con una propuesta junto a Ane Carrasco, ritmo e improvisación en la escena. Bulerías, Tangos, Alegrías, casi como en Jam Session en la que también participó Fernando Vacas.

Para rematar,» Viva!», el Baluarte se llena de color, batas de cola y mensajes de tolerancia con este espectáculo capitaneado por Manuel Liñán y que a mi parecer es el concepto de espectáculo en su máxima potencia. El acierto a la hora de escoger cada letra, la dirección musical, la fotografía, la sencillez de la escenografía a la par de la dificultad que conlleva en ciertos números. Muy buen Cante de David Carpio y Antonio Campos y un Fran Vinuesa que acompaña y se raspa dos horas y pico como único guitarrista. Maravilloso violín el de Víctor Guadiana que aporta más belleza aún a la música. Y como no, los bailaores Manuel Betanzos, Jonatán Miro, Hugo López, Miguel Heredia, Víctor Martin y Daniel Ramos que se meten de tal forma en el papel de bailaora que en ningún momento ves sobre escena un hombre, la manera de bailar, de interpretar, de caminar (ojalá yo fuese capaz de andar como Hugo López una sola vez en mi vida). Maravillosos tangos de Triana recordando a la tuerta y aquella gran fiesta de «Triana Pura y Pura». Los guiños a Cataluña y Carmen Amaya y esos Fandangos llevados a la Escuela Bolera. Coreografía perfectamente hilada, con sentido y mensaje. Dos cuplés por Bulerías que enganchan a un público que en realidad no deja de estar enganchado en ningún momento. Y cómo no, las batas de cola tan características de este bailaor y coreógrafo vuelve a demostrar porqué es Premio Nacional de Danza. A sus pies señor Liñán!

Fotos de Paco Manzano.