En al marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla, uno de los conciertos más esperados era sin duda el del sábado pasado, el Teatro de la Maestranza recibía al guitarrista Vicente Amigo.
Nada más salir él solo al escenario y tocar apenas unas notas por Levante, se escuchaba: “genio, maestro!”, de más de uno de los asistentes, y así se metía por Soleá para continuar ya con sus músicos por los Tangos del Arco Bajo, de su álbum “Un Momento en el Sonido”, en los que Rafael de Utrera daba la voz cantante, con un estilo muy personal pero que recuerda a “El Pele” y acompañado de los Mellis haciendo segundas voces.
Con “Autorretrato” vuelve a encandilar y nos hace acordarnos de Morente, con quien grabó esta Bulería.
Muchas veces la sencillez suele caracterizar a los genios, y así promocionaba su nuevo disco, que saldrá el próximo mes, y adelantaba para nuestra suerte sus Seguiriyas.
De nuevo por bulerías, para mostrarnos justo después otro trozo de “Sevilla”, su nuevo álbum, esta vez por Soleá y dedicada a su hijo que “tuvo el mal gusto de ir a ver a su padre”, según sus propias palabras.
Paseo de Gracia vuelve a sonar sobre las tablas esta vez a través de “Pan Caliente”, el Maestro, capaz de hacer volar las notas de su sonanta, vuelve a dejar claro quién es el número uno de su generación. Eso sí, no faltó el buen acompañamiento de su segunda guitarra, Añil Fernández, la percusión de Paquito González y el bajo de Ewen Vernal.
“Vicente, creo que eres Dios!”, se escuchó… A lo que el guitarrista contestó: “Dios somos todos, está en cada uno de ustedes”, además de genio, elegante a rabiar.
Fue por Bulerías por donde pudo lucirse Choro Molina, que hasta ahora estaba sentado dando compás y que mostró su fuerza y masculinidad mediante sus tacones, libres, acompañados por una elegante forma de mover sus brazos, qué bueno es ver un bailaor que no se olvida de sus brazos!
Llegaba el final y el Teatro entero en pie, tras la marcha de los artistas, voces pidiendo más que fueron correspondidas con un bis para deleitarnos con un “Bolero a los Padres” de infinita dulzura. De nuevo salida del escenario para tener que regresar por la aclamación otra vez de pie, y terminar con “Azules y Corinto”, que esta noche dedicó a el Lebrijano, Juan Habichuela y José Menese.
Así llegaba el final, bueno no, el final realmente fue el grito de un espectador: “Sigo pensando que eres Dios!”
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