Un planeta llamado Jerez

Veinticinco de Febrero. Con sabor algo amargo por la fecha que inevitablemente nos recuerda la partida de Paco a otra esfera, quizá la esfera de la que él venía; ese planeta o esa galaxia lejana que pocos alcanzan y de la que provienen nada más que unos cuantos tocados por un don superior. Con este regusto raro entre pena y nostalgia aterrizamos en Jerez, tierra que sí es de este planeta pero que en muchos momentos te enreda y te hace volar. Es su edición número catorce y estamos expectantes por conocer los misterios que este año desvelaremos entre espectáculo y espectáculo. Festival de danza y flamenco que con base en el teatro Villamarta añade diferentes propuestas artísticas en espacios como bodegas, salas, escuelas y peñas en las que saborear desde los Cantes y bailes más añejos a lo más moderno y vanguardista. Esa ha sido un poco la línea vivida en los días veinticinco, veintiséis y veintisiete. Desde la combinación de Bach por Lorca presentada como propuesta artística de Shoji Kojima, con coreografía de Javier Latorre, en la que destaca la fuerza de la música guiada por la infinita guitarra de Chicuelo que hacía de hilo conductor de un elenco de baile en el que José Maldonado vuelve a sorprendernos, pues cuando creemos que de nuevo se pone sobre escena al hombre con bata de cola y mantón y lo asumimos como algo poco novedoso, un desdoble natural del cuerpo de Maldonado acaba ramificando en la bailaora Karen Lugo que sale de detrás del mantón como por arte de magia y es quien en realidad lleva puesta la bata. De esta performance que combina una ofrenda sincera a dos artistas que han acompañado a Kojima, volvemos de nuevo a la otra Galaxia, a la que pertenecía la bailaora Carmen Amaya y que tal cual, vestida de astronauta, imaginamos quería expresar Olga Pericet en su espectáculo,”Un Cuerpo Infinito”, en el que si una vez más hace absoluto alarde de su manejo del cuerpo, lleva su estudio sobre la catalana de forma no muy sencilla al entendimiento. Ya en rueda de prensa la propia Pericet anunciaba que veríamos bailar a Olga y obviamente no a Carmen pero en lo abstracto de la puesta de escena no resulta fácil encontrar a la Amaya más allá que en esa luna en la que aparece bailando y en algunos detalles de Olga en sus braceos y sus escobillas, aunque eso sí, fue despedida con el calor del público.

Fue esa misma noche donde encontramos sosiego en los ecos de Israel Fernández, programado en el Festival Off de la Guarida del Ángel junto a Diego del Morao y aunque entramos con retraso al recital, sí dio tiempo de empaparse de Seguiriya, Bulerías y Fandangos que recibieron entrega cien por cien del respetable. Esta voz sonaría en Villamarta de nuevo al día siguiente acompañando a las “Sombras” de Sara Baras, junto otro de los ecos del momento, el de Rubio de Pruna, que aunque quizá está más centrado en el cante atrás, debería tenerse más en cuenta para el cante alante pues derrocha rajo y personalidad. Los colores, los vestidos, los paneles, decoran y dan un matiz muy efectista al espectáculo de la gaditana que tras algo más de dos horas sube al escenario a Juana la del Pipa y terminan de poner boca abajo el teatro con su fin de fiesta.

Y aunque el protagonismo de este festival está en el baile son todas las actividades que circulan alrededor suyo las que completan las vivencias que experimentar. Macarena de Jerez rodeada de niñas que sueñan con ser grandes artistas, o Cantarote enseñando el compás en la Escuela de José María Franco a quien sea capaz de aprenderlo – no estoy muy segura de que eso no tenga que llevarse dentro y a partir de ahí hacerse con él -, o por fin el reconocimiento a Rubichi en forma de busto en la puerta de la Peña La Bulería…. Y la sopa de picadillo del Fogón de Pepe, o las alcachofas de Juanito y el montadito de Melva de La Manzanilla acompañados por buena conversación. Los encuentros repentinos con Rubito Hijo, Rancapino, Rancapino Chico o Jesús Méndez. Las presentaciones de otros festivales como el de Ojén y Paradas, dedicado a Antonio Reyes esta vez, y que también tienen acogida dentro del marco del Festival.

Un maratón en cuatro días, que deja sin aliento a cualquiera pero que consigue que vuelvas a casa con la sensación de haber estado en otro mundo, quizá otro planteta u otra galaxia muy parecida a la galaxia de la que venía Paco y en la que pensábamos este veinticinco de Febrero.

Fotos cedidas por Festival de Jerez. Autor Javier Fergó



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