No conocí a Teresa personalmente, pero anoche, a través de su homenaje, sentí la sensación de que me habría gustado conocerla. Creo que todos los que estábamos allí salimos con la idea del tipo de mujer que debía ser, que es, porque todos los allí presentes estaban dispuestos a mantenerla siempre viva a través del recuerdo. De lo que no me cabe duda es de su sensibilidad, artística y humana, por sus poemas, por sus gustos, por sus composiciones…
La Sala Galileo estaba llena, llena de amigos, llena de gente que la quiere, su gente. Por el escenario pasaron una multitud de artistas de diferentes estilos, vertientes, colores y sabores…Y poesía, mucha poesía, arrancado el espectáculo con un relato compuesto por ella misma, en el que hablaba de su hijo Luis y con el que tantas madres nos sentimos identificadas.
En el ambiente se respiraba nostalgia, amor, arte, pero sobre todo, una puesta en escena con todo lo que a Teresa le hubiese gustado juntar encima de un escenario. Una especie de “cajón desastre” multicultural en el que nadie quiso dejar de estar ni dejar de ser.
Todo ello, con un José Luis Montón, su José Luis, sentado en un primer plano todo el tiempo, pero en un segundo plano siempre, pues la protagonista, era ella. Él ponía la parte más flamenca a la velada, bueno, a la velada y a su vida, pues, como él mismo contó justo antes de comenzar con el bloque de Flamenco Kids, el cangrejo moro, la ortiguilla, el erizo bailarín, etc, ya formaban parte del mundo de Teresa mucho antes de llegar él, y Motón se encargó de darles el compás y meterlos por los palos correspondientes, excepto uno, “Juanillo el Burgalillo”, que era exactamente igual en métrica a un Romance de Mairena, el del “Conde Sol”, y que es interpretado por Carmen Linares.
El Flamenco anoche estuvo presente con los Flamenco Kids y con otros cuantos artistas del género como la mencionada Carmen Linares, el Yeyé de Cádiz, Gabriel de la Tomasa, el Piti, Serranito, El Bola, Antonia Contreras, entre otros, en un bloque, que iban deshojando de alante hacia atrás.
Si Ara Malikian, Javier Ruibal o Clara Montes recibieron una ovación espectacular por parte del respetable, fue el propio José Luis Montón el que sacó la parte más emotiva de los allí presentes, cantando a su Teresa su “4 de Febrero”, composición dedicada a su aniversario y con la que el guitarrista reconquistó a su compañera. Con una entereza admirable, Montón dio una lección de amor, de respeto y de admiración a su pareja que le enseñó a disfrutar no solo de los resultados, si no de los procesos, le enseñó a preguntarse a quién quería gustar, a sí mismo o a los demás, le ayudó a ser quien es.
Así es Teresa, y desde luego, brillará siempre, como la vida.
Fotos de Carmen Fernández – Enríquez.
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