El Festival Flamencos y Mestizos apuesta por mostrar la parte más jonda y la parte más fusionada del abanico de artistas que pertenecen a este género pero la noche del sábado 16 de Diciembre, sobre el escenario de la Sala Berlanga se asentó el Flamenco de raíz. En la primera parte, Ingueta Rubio, cantaor madrileño de los de rompe y rasga. En la segunda, Fernando Jiménez Torres, ganador del Premio Desplante 2017 del Festival de Cante de las Minas.

Tras la habitual presentación de Paco Ortega, director del ciclo, sale a escena Ingueta, él sólo con su guitarra y arranca por Granaína. Antonio tiene la virtud de ser capaz de acompañarse a las cuerdas. Ya comienza de manera diferente, probablemente una de las cosas que más le caracterizan es precisamente eso, no se parece a nadie, sigue la estela de su saga, de ellos ha aprendido y es imposible ser nieto de Antonio El Rubio e hijo de Miguel y no dejarse influenciar, – más que imposible sería de ineptos y el pequeño de los Carmona es bastante inteligente – pero además, tiene su propia personalidad. De negro, con chaqueta beis y sombrero, marca distinción también en su vestimenta y canta ya por Tarantos acompañado ahora de su tío, Camarón de Pitita, que conoce a la perfección las formas de su sobrino y le mece en su sonanta.  Alegrías y Tangos llevados a su terreno y con Monty, Vaqui Losada y Antonio Losada, mandolina, bajo y cajón, que se unieron para completar el elenco.

Además de por su originalidad el menor de los Rubio destaca por su fuerza y honestidad en su entrega al respetable. Es uno de los cantaores que no saben actuar si no es con verdad, para bien o para mal, pero siempre arriesga, siempre se da tal y como es él y como siente en cada momento. Cosa muy de agradecer para los que pensamos que si no hay verdad no hay flamenco. Antes me refería a él como cantaor de rompe y rasga, y es que Ingueta Rubio produce exactamente ésto en el alma del que lo escucha. Es muy difícil no romperte cuando él canta de cerca. La Seguiriya fue aplaudida con especial emoción por el público que, tras las bulerías que finalizaban su actuación, murmuraba “qué bueno, qué artistas tan buenos”.

Estilo propio, desgarro y corazón, así es Antonio Ingueta y así lleva el Flamenco a cada rincón.

Aún con un nudo en la garganta y comenzaba la segunda parte, Fernando Jiménez Torres empezó bailando por Levante, y mostraba así por qué ha sido galardonado esta última edición en La Unión. Desde la forma más clásica pone en escena un cuadro sencillo, dos cantaores, Miguel González “El Picuo”  y Matía López “El Maty”, un guitarrista, Miguel Pérez, y su baile. Su danzar es delicado, cuidado al detalle, sin golpes de pecho ni exageraciones. La Farruca es un imprescindible para los bailaores de este corte. Bailaores y bailarines pues se nota que Fernando está preparado en muy diferentes disciplinas. Tiene lo bueno de la danza y lo racial del Flamenco y combina ambos con facilidad pasmosa.

El público se entregó a él de la misma manera que él al público. Se creo una relación de admiración mutua. Cada salida del escenario del bailaor para cambiarse era muy ovacionada. Y al finalizar su actuación el patio de butacas se puso en pie sin pensarlo.

No faltaron tampoco las felicitaciones a Paco Ortega por la elección de espectáculos y por este ciclo que un día más, colgó el cartel de “No hay Entradas”.

Fotos de Carmen Fernández – Enríquez.