Por fin llegó la esperada noche del sábado 28 de Enero. Con un montón de programación en la Comunidad de Madrid para poder elegir, nos decidimos por Rivas y su Casa de Andalucía.
No solamente el ambiente y el sentir estar en casa nos ayudaba a decidirnos, si no que el recital de cante venía por parte de la cantaora de Triana Rocío Díaz y el toque de Juan Antonio Muñoz lo que hacía realmente apetecible el plan.
Fue una velada llena de sorpresas desde el principio pues, nada más llegar a esta sede, nos la encontramos repleta de gente, y entre otros, Cancanilla, que confesaba había ido por ver a Rocío ya que le gusta mucho como canta. Y así, con muchas ganas por parte del respetable comenzaba el esperado concierto con la presentación de Elvira López – Hidalgo.
Ya metidos en faena subían Juan Antonio y Rocío al escenario, ella con vestido marrón, elegantísima y expresando su felicidad por cantar para nosotros. Su comienzo fue por Bamberas, de letras propias, pues la sevillana es de esas artistas completas que lo mismo cantan, que bailan o componen. Se notaban unos pocos nervios de entrada pero rápidamente la cantaora se sintió en su sitio, colocó su voz y nos dejó con la boca abierta cante tras cante.
Continuando con Malagueñas de la Trini y Jaberas y después por Tientos y Tangos. Juan Antonio Muñoz es un gran guitarrista de corte muy clásico, al que Rocío, a pesar de su frescura y gusto por aportar cosas nuevas a este arte, supo solaparse a la perfección, y fue en la Seguiriya donde sentó cátedra, haciendo llorar y poniendo en pie a los aficionados, algunos de ellos, auténticos conocedores del flamenco y que reconocían no haberse emocionado escuchando este cante desde hacía mucho tiempo.
En todo lo alto llegó el descanso en el que esta hija adoptiva de Huelva aprovechaba para cambiarse de vestuario. Esta segunda parte entró por Soleá, Cantiñas, siguió con Taranta de Fernando de Triana y de Linares, con Cartagenera en medio, y finalizó por Bulerías. Durante todo el recital Rocío combinaba letras populares con sus propias composiciones.Y tras la rendición del público hizo un bis por Fandangos, dejando de lado al micrófono y entrando por Alosno terminó la noche en Huelva.
El final de Faustino recitando “La Muerte de mi Caballo” puso la guinda poética.
Emoción contenida y sin contener, entrega absoluta y aires viejos y nuevos se daban el sábado al Flamenco como fórmula a un encuentro con este arte acercado a los allí presentes a través del conocimiento y la enjundia.
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