Seis y media de la tarde del trece de mayo en la Sala Compañía de Jerez, una iglesia rehabilitada y convertida en un precioso espacio escénico. Según entras ya transmite una calidez especial. Un escenario perfecto para el estreno de su espectáculo.

Guadalupe Torres comienza “Los colores de Magdalena” con una fantasía de toque contemporáneo con bata de cola negra y flores rojas en sus manos demostrando un dominio excepcional de su cuerpo, con unos brazos que vuelan y nos hacen volar con ella a los allí presentes.

Después continúa por serranas, donde no solo se luce la bailaora y coreógrafa sino también el equipo que lleva detrás: Roberto Lorente al cante, Francisco Vinuesa al toque y Javier Rabadán en la percusión, arropándola en todo momento y dando peso, sentido y coherencia al conjunto.

Inicia un recorrido por marianas y tangos, bulerías y granaínas con transiciones elegantes entre palo y palo, haciendo que los cambios de vestuario en el mismo escenario formen parte de la propia puesta en escena con disimulados juegos de luces. Se nota que se han cuidado todos los detalles de la puesta en escena, luces, transiciones, las proyecciones haciendo guiños a Magdalena, Frida Kahlo. Sin embargo, no nos habla de Frida sino de Magdalena, su parte más anónima con la cual trata de hacernos sentir identificados a través de esa paleta de colores que representan las distintas emociones, transformando los colores en escenas y las escenas en palos a través de su lenguaje flamenco.

Pone el broche final con la Caña, haciendo de la bata de cola negra y mantón rojo una extensión de su cuerpo, con una técnica excepcional que se puede apreciar, entre otros, en la precisión de sus pies, colocación perfecta del cuerpo, dominio de la bata y el mantón…, pero en todo momento al servicio de sus emociones con una manera muy especial y muy flamenca de transmitir.

Fotos cedidas por JAVIER FERGO/ FESTIVAL DE JEREZ.