Adiós Pamplona, ya toca despedirme… Y mientras pienso en el cansancio que tengo y, por otro lado en la pena que me da irme, me encuentro en la estación a Josemi Carmona, que también vuelve a Madrid porque actúa con Ketama en Campos de Criptana, eso sí, regresa a la ciudad de Sabicas después para terminar lo que cinco días antes empezó, el Festival Flamenco On Fire.
Otra vez nos ha dejado ko, física y emocionalmente, y es que puedo asegurar que se respira arte casi veinticuatro horas al día. He estado allí. He disfrutado del Festival y de los Balcones, desde arriba y desde abajo, es espectacular y muy emocionante ver tanta gente escuchando Flamenco desde las 12 de la mañana hasta la 1 de la madrugada. Y digo escuchando porque es incluso en los espacios en los que menos lo esperas, en los abiertos y de entrada libre, en los que más silencio hay. Pone el vello de punta escuchar a Rancapino en medio de un silencio sepulcral cuando la Plaza del Ayuntamiento está repleta de personas. Más y menos aficionados, ¿qué más da? El caso es que están escuchando Alegrías, Bulerías y Fandangos a través del cante de uno de nuestros “dinosaurios”.
Y como el Flamenco no es solamente una música, allí se vive en cada conversación, en cada encuentro, tras cada conferencia o en forma de potaje gitano cocinado por Amparo Bengala y por cinco cocineros de alta enjundia dirigidos por Andoni Aduriz y por la propia Amparo, of course, en el restaurante Casa Gurbindo Extea. Y en estos encuentros una pasa media tarde con David de Jacoba y la otra media con el Alcalde de Pamplona que resulta estar sentado allí como uno más, sin protocolos extraños ni reverencias, pues las reverencias en esta ocasión únicamente pueden ser hacia el arte, el potaje y sus obreros. Que no hay comida organizada, pues al Bosquecillo a bailar las Jam del Popo y El Monty.
¿Y el Baluarte? Con “Sold Out” tras “Sold Out”. ¿En Pamplona?¿Y Flamenco? Sí, llenazo casi diario. Al igual que en cada última actuación del día, ocurridas en el “Hotel Tres Reyes” y que de nuevo impulsaban el posterior encuentro con juergas en las que escuchabas otra vez tocar al Tomate, mientras Andrés Echeveste lo pinta a lápiz, o cantar al Galli y a Simón Román como a Rocío Márquez y Jorge Drexler.
Quiero terminar esta crónica pensando en el tren de ida del próximo año, en el viaje a Navarra junto a Pepe Habichuela, Israel Fernández o el equipo de Rancapino Chico y deseando llegar para echar unos días junto a Makiko, Rafa Manjavacas, Sara Aguijo, Susanne, Paco Manzano, Ana Palma o David Montes. Larga vida al On Fire!
Fotos de Paco Manzano.
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