El pasado sábado 10 de diciembre, acudimos de nuevo a la cita del ciclo “Flamencos y Mestizos”, dirigido y programado por Paco Ortega y con la colaboración de la fundación SGAE que tuvo lugar como en cada entrega en la Sala Berlanga.
El ciclo tal y como lo definió su director al presentar el espectáculo, trata de ser una ventana para proyectos jóvenes, proyectos valientes, proyectos novedosos, proyectos de artistas emergentes, proyectos que tienen todos ellos una base muy “jonda” y que afortunadamente se “contaminan”, en el mejor sentido de la palabra, de las influencias de otras culturas, para enriquecerse y mostrarnos nuevas ideas llenas de sentido y de calidad.
En esta edición del ciclo, el cartel lo conformaban Manzanita, Lin Cortés, La Negra, José Carmona “Rapico”, Diego Villegas y María Mezcle. Con estos nombres, la calidad está asegurada.
El sábado en concreto, les tocaba el turno a la cantante Alicantina “La Negra”, y al joven bailaor José Carmona “Rapico”, los cuales nos hicieron disfrutar de lo lindo a los que amamos esto de la música y del flamenco.
Se cumplió la premisa del ciclo, y nos ofrecieron dos visiones totalmente distintas de lo que el flamenco significa para cada uno de ellos.
La sala, llena hasta los topes, entradas agotadas días antes, y un público expectante por lo que iba a ver.
Apareció la Negra, acompañada por tres musicazos, (Juan Fernández “Panky” a la guitarra, Oliver Sierra con el bajo y Cesáreo Martín “El güito” a la percusión) que hicieron que sus temas sonaran con una redondez exhaustiva y absolutamente perfecta, justo lo que su voz necesitaba para poder mostrar lo que lleva dentro. Esta artista, es autenticidad, es mixtura, es libertad para expresar lo que siente, con una riqueza de influencias que se palpan en cada una de sus canciones, influencias de Jazz, Bossa y Swing, todas ellas presentes en melodías que nacen de ese timbre tan peculiar y tan único que tiene en su garganta. Una voz potente, desgarrada capaz de transportarnos a la atmósfera de los clubs que vemos en las películas de los 50. Nos mostró temas de su repertorio como, “Costurera”, “Yukele”, “A Rosas no falan”, “Preciso encontrarme” y otros tantos más.
La artista, con su arte, fue acercando al público al escenario, y creando un ambiente de club, la Sala Berlanga se hacía chiquitita y los espectadores nos sentíamos cada vez más cerca de ella, una sensación tremendamente gratificante y especial.
El público despidió a “La negra” con una gran ovación, agradeciendo a la artista y a sus músicos el trabajo bien hecho.
Tras un descanso, breve y necesario para cambiar la configuración del escenario, volvimos a la sala para disfrutar del baile de un jovencísimo artista, pero que tiene una trayectoria enorme, con una gran proyección internacional a sus espaldas.
El baile de “Rapico” es sinónimo de elegancia, de pureza, de fuerza, de garra, de técnica depurada, de saber estar y de energía.
El sábado iba acompañado magistralmente a la guitarra por Joni Jiménez, las voces de Antonio Fernández y “El Cancu” y la percusión de “Morito”.
Comenzó el espectáculo con un solo de guitarra de Joni Jiménez. Sentado en el centro del escenario, luces cruzadas hacia él y tocando por Taranta. Una interpretación llena de matices y ejecutada con una calidad y una claridad que hizo que el público le regalara la primera ovación de esta segunda parte del espectáculo.
Al terminar, el músico se colocó en la parte de atrás junto al resto del cuadro, dejando espacio en el centro de las tablas para que apareciera con su traje azul José bailando por Soleá, de una manera “pura”, con una finura y una estética abrumadoras, subiendo el número hasta lo más alto, y dejando al respetable con ganas de más.
Se bajó del escenario y fue el momento de mostrar las virtudes de las voces cantando por bulerías, un intercambio de letras entre los dos cantaores que fueron el nexo de unión entre los dos números de baile que hizo “Rapico”, esta vez por Alegrías, sonando a Cádiz de verdad, con unos pies endiablados que se mueven con una perfección milimétrica ajustando el compás al máximo y haciendo temblar las tablas de la Sala, que no podía evitar, jalear al artista cuando terminaba cada uno de los tremendos remates que hacía.
Un silencio precioso, y un final por bulerías que nos dejó en la retina una imagen espectacular de este artista.
Para terminar nos regalaron un final por fiesta a capela…
“Flamencos y Mestizos”, es siempre una apuesta segura para disfrutar de la diversidad en torno al flamenco.
Fotos de Sara G. Foto.
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