Aún recuerdo como si fuera ayer el día que hablé con Martín y me dijo que podía hacer público el cierre de Casa Patas. Me dolía tanto el titular que lo comuniqué de una forma tan sutil que casi no tuvo repercusión pues otros titulares más impactantes se hicieron el eco de la noticia, aunque el primer medio en comunicarlo fue Vive Pasión Flamenca. No se trata de reivindicar un sitio pues es la noticia que nunca habría querido dar pero confieso lo hice desde la intuición permanente de que no sería algo definitivo. Recuerdo el cartel para ese mes de la Sala García Lorca. Estábamos muy contentos pues Joni Jiménez iba a tener mucha presencia – ” no te preocupes Joni, se cancela lo de Israel, pero para lo de Antonio ya estás en el escenario, no ves que es en quince días?” – , otra vez mi intuición boca abajo.
Pasaron los meses con una muletilla común – ” en cuanto nos dejen juntarnos hablamos con Martín y hacemos una fiesta en Casa Patas”-. Dos años y pico después llega el fin definitivo, con lágrimas, sin fiestas y sin vuelta atrás. Solamente se salva la Fundación que adquiere una dimensión nueva en otro lugar, la escuela Soto Mesa. No sabemos si será esta la luz al final del túnel, por si acaso yo no voy a intuir nada esta vez.
Martín Guerrero y Antonio Benamargo fueron los primeros en abrirme las puertas de su casa aquel día en el que decidí dedicar mi vida al flamenco. Allí he escuchado a Riqueni, Vicente Soto, la tía Juana, la Macanita. Me desgarré con Manuel Moneo, lloré de risa con Ortiz Nuevo, vi bailar a la Taty, la Uchi o el Pelao… Allí conocí a Ingueta Rubio y comencé una andadura y una de las experiencias más bonitas de mi camino. Juntos pasamos noches y noches en la mesa de Camarón junto a Cancanilla, Carlos, Alberto, Antonio, Israel, Rapico… Allí celebré mi 41 cumpleaños sin intuir que mes y medio después iban a encerrarnos. Esa noche el cartel fue de órdago a la grande….
Disfruté en la fundación del Cante, toque y baile de Pansequito, Aurora, su tía María, Luis el Zambo, el Capullo, Periquín, los Vargas, Pedro el Granaino, la Cañeta, Alonso, Higuero, Diego Amaya, Dani de Morón…. En este lugar hice la mayoría de mis entrevistas. Allí junté a los tres Rubio, eché un ratito inolvidable con Mercé y el Tomate, disfruté de Pepe Torres junto al Rubio de Pruna, Luis Moneo y el Perla. Vi bailar a Farruquito a menos de medio metro…. Allí por primera vez escuché a José Maya cantar por fandangos, a Antonio Reyes tocar la guitarra, a los hermanos Canela cantar por el Chaqueta, vi a Israel pegarse una pataíta…. Compartí fiesta con el tío Ramón, con el tío Antonio y el tío Miguel. Escuché las anécdotas de Vicente Soto, del Yeyé de Cádiz, compartí cerveza con Pepe Habichuela…. Pasé noches inolvidables junto a mis fotógrafas Sonsoles, Carmen, Claudia y mi Paco Manzano. En definitiva, en Casa Patas viví. El pasado viernes, tras la última actuación programada por la Peña Paco del Pozo, entré a ver por última vez la taberna y el tablao. Ya no había cuadros en las paredes, ni jamones colgados, ni sillas. Llegó el momento que jamás intuí. Me consuela la luz encendida de la fundación… Ahora tengo en casa dos cuadros que estuvieron allí colgados, un carboncillo que dibuja a Ana, la madre de Camarón y una foto realizada por Guerrero del día que Tomatito presentó a José del Tomate en sociedad. Al hilo musical de Serranito, con un par de botellas de vino y una conversación entre la pena, la nostalgia y la esperanza, me despedí de Martín y de uno de los Templos. Gracias Martín!
Fotos de Sonsoles Benítez, Sara G. Perea y Carmen Fernández – Enríquez.
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