El pasado viernes 26 de febrero Belén López no nos dejó indiferentes con el espectáculo “Flamenca” en el Ciclo Flamenco Real de Solana Producciones.

Como siempre, desde sus adentros nos transmitió su flamencura elevada al máximo exponente. La introducción por fandangos con el artista invitado de la noche, José Carmona “Rapico”, fue el aperitivo previo a su baile por seguiriyas; ese que te abre en canal, te hace contener la respiración y rebusca en tu interior hasta que el torbellino de emociones entre la contención de las letras y los remates, hace que se te salten las lágrimas.

Suscribiendo las palabras de María Larroca, que se encargó de presentar la gala, es un baile racial que no necesita aditivos. “La escenografía soy yo” le decía precisamente Manuela Carrasco a María una vez que la entrevistó. Pues eso es también Belén, ella sola con su baile capta de tal manera la atención de quien la ve que es más que suficiente. No obstante, el salón de baile Isabel II del Teatro Real, simulando ese cielo estrellado, ya era de por sí un escenario de ensueño.

No quiero dejar de destacar la elegancia de la soleá por bulerías de Rapico, que evocó a los Maya zapateando en una silla de enea.

El cante del tío Perrete, El Cancu y Juañarito junto con las guitarras de los hermanos Carlos y Juan Jiménez y la percusión de El Chispas arroparon a Belén. Y no es cosa fácil, ya que ella improvisa constantemente (incluso con soniquetes difíciles de seguir para quienes insistimos en comprender su baile al cien por cien y solo conseguimos darnos cuenta de que es absolutamente magistral), le baila al cante sintiendo cada nota, dejándose inspirar por cada letra y acordándose en cada movimiento de las bailaoras de antes, combinándolo con su técnica perfecta. De lo que no cabe duda es de que se deja la piel en las tablas.

Gracias por otra noche inolvidable, Belén.

Fotos de Juanlu Vela cedidas por Flamenco Real.