Finales de Julio, y con cuarenta grados en Madrid, todos los astros se alinean para darse una escapada a “Vivir” una experiencia en un lugar paradisíaco de la provincia de Cádiz, el Trocadero.

“Vivir” estaba asegurado pues nadie mejor que el Tomate para llevarnos en volandas hacia esos astros que nos habían traído hasta aquí. Y como se trataba de experiencias ya la primera se daba inmersos en una prueba de sonido en la que pudimos escuchar temas que no sonaban después en el concierto, “La Leyenda del Tiempo”, “Aires de la Alameda” o “Lo Bueno y lo Malo” servían de ensayo para lo que posteriormente sería otro tributo al Genio hecho desde el corazón de su más fiel escudero.

Una de las cosas que más me apasiona de mi profesión es precisamente sentir los momentos previos a los conciertos. Ver como cada artista lo vive de una manera tan diferente a los demás, las necesidades de cada uno, los nervios… Es maravillosos observar como alguien que ha llegado tan arriba como Tomatito sigue sintiendo ese hormigueo dado por la responsabilidad antes de salir a escena. Me encanta verlos subir la escalera que los lleva hacia las tablas…. Ritual en el que para algunos es imprescindible santiguarse.

Con su formación habitual compuesta por José del Tomate, Piraña, Morenito de Íllora, Kiki Cortiñas y el Pescao, y la colaboración especial de Antonio Reyes y Duquende, el público de Sotogrande que acude al lugar de moda tiene la ocasión de escuchar Flamenco. Bulerías, Tangos, Rondeña, Cantes de Levante interpretados por un Duquende fiel a sí mismo que lanza el Cante desde las entrañas y “Nana del Caballo Grande” transmitida por un rey de Reyes que consigue llevar a su terreno este mítico Cante de Camarón, fueron parte del repertorio. Final con público en pie.

Tras un día de descanso el Flamenco se volvía eléctrico…. Rock, Blues con sabor andaluz, concretamente de las Tres Mil era el protagonista de un Domingo veraniego que despedía el día al son de Raimundo Amador. Casi tres horas de concierto en las que el artista volvió a demostrar una humildad inconmensurable y que causa absoluta admiración teniendo en cuenta el nivel de músico que teníamos delante. Músico que puso a Diego del Morao a tocar la guitarra eléctrica y al Barullo a bailar a su banda. Finalizaba el concierto con un mix de sus grandes éxitos y un fin de fiesta pelín descabalado fruto de la emoción, la diversión del momento y las ganas. Un placer volver a escuchar a este “Medio Hombre Medio Guitarra” que jamás decepciona.

Astros alineados, estrellas flamencas alumbrando un chiringuito de lujo y dejando una estela de Arte con mayúsculas y los aires de La Chanca y las Tres Mil, impregnando y calando hasta el hueso a cualquiera que se acercara a Sotogrande, aficionado o no.