En cuanto a libros, poco suelo equivocarme. Estoy releyendo Ciudad conquistada, la vibrante novela de Víctor Serge que ha publicado Página Indómita. También la Vida de Alejandro del Pseudo Calístenes y los relatos de Joan Perucho y empezando La muerte espera en Herons Park, una policíaca de Christianna Brand que ha sacado Siruela, y todo son sensaciones gratificantes. El cine, sin embargo, ya es otro cantar. Ayer nos metimos a ver Blade Runner 2049 y los resultados se mostraron devastadores: tedio absoluto, Harrison Ford metiendo tripa y un principio de depresión que sólo gracias a las palomitas pudimos frenar.
Menos mal que, con José Arenas a la guitarra, esta noche canta Chaleco en la Sala García Lorca de Casa Patas y aquí no se da el problema de los replicantes, atribulados por la preocupación de si tuvieron o no padres. En el flamenco, y de ahí que Antonio Benamargo pueda montar todos los años este ciclo titulado Sagas del Cante, los recuerdos no son implantados por doctores en inteligencia artificial, sino que -cual moluscos agazapados en el caparazón del ADN- respiran en la cadena genética y el anecdotario de la afición, así que la de hoy es noche de recuerdos auténticos que se remontan a la Edad de Oro de los tablaos. Allá por los años 60 triunfaba cantando en ellos a las figuras del baile Pedro Jiménez El Pili, una de cuyas hijas matrimonió con Antonio El Chaqueta, personalísimo eco que tanto influyó en Camarón cuando éste, tan joven, le conoció en la Taberna Gitana de Málaga, y de esa unión nació Chaleco, familia, por tanto, por línea paterna de Adela Chaqueta, Chaquetón, El Pantalones… y, por el lado del Pili, primo hermano de Antonio El Potaje. A mi madre le cantó siempre El Pili en sus primeras campañas como bailaora, tiempo en que fichó como su guitarrista a uno de los más solicitados de entonces: Antonio Arenas, hombre inquieto que impuso el nombre artístico a Ramón El Portugués, merced a quien grabaron por primera vez Camarón, Turronero, el propio Chaqueta o Indio Gitano y que, ya en su madurez y puesto a sacar conejos de la chistera, descubrió el talento de Alejandro Sanz. Es su hijo quien hace esta noche sonar la guitarra para el cante de Chaleco.
Así que para cuando, mientras sobre las tablas de la planta baja baila La Tati y coincidiendo con la llegada de las Oriónidas, la lluvia de meteoros dejada atrás por el Cometa Halley, Chaleco abre la noche templando el eco por granaína y malagueña, Blade Runner 2049 ha quedado ya reducida en nuestra memoria a una sensación muy vaga. Y, gracias al whisky, también las palomitas.
Chaleco ha sido colaborador y compositor de Los Chichos y ganador hace unos años de un Goya por su tema para la película Fugitivas, de Miguel Hermoso, mas en su comparecencia en Casa Patas ha querido tomar asiento para cargar las tintas en su faceta de cantaor tradicional, que es por otra parte la que con más asiduidad cultiva. En esta noche de evocaciones en que emula a Chaquetón, reivindica al Chaqueta y ofrece una muy personal y dulcificada versión de la zambra caracolera, están entre el público Salomé Pavón y también Juan Castellón. El padre y tíos de éste, Los Cuatro Vargas, fueron artistas habituales de Los Canasteros, el tablao de Caracol en cuyo escenario también triunfara Amador Losada –también hoy en la sala- con Los Chorbos. Si se suma a esto que la guitarra de Arenas se decanta en todo momento por buscar la falseta, el acento y el floreo que habría cabido esperar escuchar en una sala o disco de los años 60 ó 70, la velada adquiere por sus cuatro costados un aire añejo que de algún modo nos traslada a todos a un pasado vivido bien al pie del cañón, bien de oídas. Los buenos aficionados aprecian las punzadas de Arenas y esa vibrante salida por siguiriyas de Chaleco, así como la delicadeza con que éste aborda la soleá y los cantes libres y la fidelidad con que se acuerda por bulerías de los juegos con el ritmo de su progenitor.
Se comenta que la pareja proyecta un disco, grabar esos palos al estilo cantaor y guitarrístico de antes, y es propósito que alguien debiera atender y que, mientras esperamos las próximas citas de Chaleco con los escenarios, adelantamos ya que seríamos los primeros en recibir con el mejor ánimo. Ahora, nos vamos a Extremadura, al homenaje que ha montado Paco Zambrano a Juan Cantero. Así que… ¡les seguiremos contando, Dios mediante!
Fotos cedidas por Vicente Pachón.
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