Pasaban unos pocos minutos de las ocho de la tarde, hora en la que daba comienzo el concierto que ofrecían en la tarde del miércoles, Luis Moneo y Antonio Reyes.
El escenario vacío y el patio de butacas lleno de personas deseosas de pasar una buena velada de cante flamenco, como así fue.
Sale Luis Moneo sólo, firme, se queda de pie frente al micro y proyecta su voz desde lo más profundo de sus entrañas para cantar por martinetes y debla a modo de presentación. Se escucharon los primeros oles, y sonó el primer aplauso alentando el fuego de la fragua. Salen al escenario Manuel Moneo Carrasco y Antonio José Sanchez para acompañar con las palmas y Juan Manuel Moneo, hijo de Luis, que salió con la guitarra y sus formas personalísimas, para tocar por cantiñas. Cante que con el Luis volvió a provocar grandes aplausos del respetable. A continuación malagueñas, para pasar a cantar por soleá y siguiriyas con mucha jondura y verdad, pues el cante de la Casa de los Moneo es así, como son ellos, auténticos.
Para finalizar la primera parte Luis cantó por bulerías que fueron muy aplaudidas como toda la actuación. Tanto es así que improvisaron un pequeño fin de fiesta acercándose al público fuera de micros. Luis caló en el publico de Nimes, dejando sus sentidos empapados de buen cante.
Después de unos minutos de descanso sale Antonio Reyes y comienza también de pie, frente al micro, pero comienza cantando por zambras caracoleras arrancando de nuevo oles y aplausos. La guitarra de Diego Amaya es veneno y bálsamo al mismo tiempo, te hiere y te cura al mismo tiempo, consiguiendo así la atención y la admiración de los aficionados. Acompañó a Antonio Reyes que continuó cantando por alegrías de Cádiz, Tientos-tangos, soleá, siguiriyas y bulerías todo con la dulzura, el aire y el compás que caracterizan a este gran cantaor, que estuvo acompañado a las palmas también por Manuel Moneo y Antonio José Sanchez. El público se entregó a su cante y fueron mucho los oles y aplausos que recibió. Tanto es así, que por insistencia del los presentes, Antonio regaló unos fandangos muy flamencos con mucho gusto. De pie, con el micro en la mano cantó dando su corazón. Pues ya nos dijo en el principio de su actuación, que tenía mucha ilusión y ganas de cantar en el Festival de Nimes, era su primera vez en esta plaza y quería dejar buen sabor de boca. Lo consiguió con creces, y el público aplaudió su último fandango de El Gloria con mucha intensidad. Diego Amaya y Antonio Reyes se despidieron y los asistentes seguían dando palmas para despedir a los dos cantaores que llenaron de buen cante el Teatro de Nimes.
Fotos de archivo VPF Carmen Fernández – Enríquez.
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