Jueves tarde, día nublado de medio llovizna. Aún así pasear por los alrededores de Palacio camino del Teatro Real es poder disfrutar de la belleza de una ciudad en calma, sin dejar de pasar antes por delante del Corral de la Morería, que, aunque resulta desolador encontrarlo cerrado, no puedes evitar que te salga una sonrisa en recuerdo de todos los momentos allí vividos. Y de uno de los templos del baile flamenco al Salón de Baile de Isabel II en el que se celebra otra tarde más del ciclo Flamenco Real. El espectáculo, “De Sepia y Oro”, protagonizado por Andrés Peña y Pilar Ogalla. El hecho de haber sido Premio del Público de la edición número XX del Festival de Jerez nos da pistas. Ya no hay mesas en la sala, ni vino, ni jamón… La pandemia también nos aleja de estos placeres, por lo menos, públicamente. El Pata Negra está esta vez solamente sobre las tablas y es que no podemos obviar la calidad de un espectáculo que se nota rodado; complicidad y compenetración absoluta entre bailaor y bailaora, un guitarrista, Jesús Guerrero, que llena la sala de emoción y de matices que nos llevan a ella, sin obviar una Bulería marcada por velocidad de vértigo y además, Cante poderoso y arraigado tanto del Londro como de Miguel Lavi. El baile al servicio del cante, un recorrido a través de los Fandangos, Corridos, Farruca, Soleá, Bulerías y Alegrías desde una estética clásica que muestra de nuevo que en la sencillez está el gusto. Sin excesos, sin metralletas metidas en las botas, con braceos sutiles, sin prisas, con pausas y dejando a los silencios ser ellos mismos.
En una hora casi exacta llega el fin del espectáculo con un público entregado en aplausos y jaleos. 
Vuelta a casa, muy temprana por el toque de queda, y de nuevo la puerta del Corral que nos saca otra sonrisa imaginando una noche próxima en este mítico lugar.

Fotos cedidas por Solana Producciones de Juanlu Vela.