Crónica de una noche de “Latidos” de Óscar Gallardo

Si en las noches de verano de Madrid tenemos un privilegio, es el de poder disfrutar de algunas como la del Martes pasado en la Sala Galileo, que te hacen olvidarte del calor, de los nervios por dejarlo todo hecho antes de coger vacaciones y te guían para dejarte llevar por el disfrute y el gusto de escuchar y sentir un concierto como el que el guitarrista Óscar Gallardo y su quinteto nos ofrecieron.

Dos horas y media ( ni los Rolling Stones ) sobre el escenario, entregando cuerpo y alma.

Óscar sale solo, y lo primero que hace es hablar al público, agradecerle que estén allí acompañándoles, entre otros agradecimientos, a Vive Pasión Flamenca, Óscar se dirige al respetable con una humildad contradictoria con su forma sublime de tocar la guitarra, que se arranca con una granaína y deja ya entrever lo que va a ser el resto de la noche.

Es ahora cuando sale “El Piti” para el cante y nos agasajan por soleá. Su cante es ronco y se percibe la química que tienen dos músicos cuando llevan tiempo actuando juntos, cuando son amigos, cuando comparten pasión flamenca.

Con el quinteto al completo en las tablas, las alegrías son las protagonistas para dar paso enseguida a sus “Latidos”, un tema del que será el primer disco de Óscar, que dedica a su mujer Sonia, tema instrumental que fusiona las dos guitarras, la de Óscar y la de su escudero por esta noche, Víctor Muñiz, con la magistral flauta travesera de Kike de la Peña y la rítmica percusión de Deva Rubio. Enlazando estos “Latidos” con una guajira que fue el punto álgido del Piti y volviendo de forma viral a terminar con más “Latidos” y así no dejar ninguna duda de lo que va a merecer la pena este disco.

También hubo tangos, bulerías, toques “A Hugo” y cuando ya creíamos que estaban vistas todas las sorpresas, se arrancan con una farruca que baila Raúl Minguez.

Ya se despiden con una “coplita” que han preparado para el cierre, sin adivinar que iban a poner en pie a la sala entera, que por cierto tenía lleno total, pidiendo que siguieran y así tuvieron que hacerlo cerrando por Paco de Lucía y rematando con un fin de fiesta de los buenos, en los que guitarristas, percusionistas y el quinteto completo se arrancan por palmas, cante y baile para poner la guinda.

Brindo por muchas más noches como ésta y sobre todo brindo porque estos músicos sigan disfrutando de subirse a un escenario de la forma en que lo hicieron el Martes, con la eterna sonrisa de Óscar y el contagio que produce al resto de artistas que le acompañan y al público presente. Un placer haber estado allí.



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