Hoy no me pongo delante del papel para escribir una crónica, nada parecido, me pongo delante del papel simplemente para expresar cómo viví yo, desde dentro, la noche del 11 de noviembre en Café Berlín.
La propuesta era Antonio Reyes acompañado por Rycardo Moreno. Las palmas las pondrían Noe Barroso y Rafa Peral. Una propuesta de VPF que llevaba rondando nuestras cabezas desde la pandemia. Un día en pleno encierro, Rycardo en una conversación telefónica me dijo – pues a mí me gustaría acompañar alguna vez a Antonio – y a mí que me gusta un poco meterme en ciertos berenjenales, me encantó la idea y decidí ir dando pasos para llevarla adelante…. Todo este tiempo después, Bandolero la acoge para el Festival Flamenco de Club.
Era una apuesta arriesgada, pues además de ser la primera vez en la que iban a compartir escenario, son dos artistas completamente diferentes, con un concepto de sus carreras y la música muy distinto y que debían empastar directamente en escena, previo algún ensayo, claro está, pero era tirarse al ruedo a porta gayola.
Un público expectante abarrotaba el Berlín. Hacía tiempo que no lo veía tan lleno. Público expectante y entregado al silencio que es aún menos usual en esta sala donde generalmente, además del sonido del concierto hay un hilo musical de barra permanente protagonizado por las charlas y encuentros de muchos de sus asistentes pero en esta ocasión, desde las primeras notas que anunciaban “la Leyenda del Tiempo” en honor a Morente, se creó un silencio de estos que dan vértigo. Y así hasta el final del recital.
Rycardo Moreno enchufaba la guitarra y alejaba a Antonio de su zona de confort habitual, que como todos sabemos domina, pero es que resulta que cuando lo sacas de ahí es también caballo ganador. Qué manera de cantar! Y qué forma tan personal la de Rycardo de entender la guitarra y la música.
Creo profundamente en el poder de esta. Cuando una voz es capaz de llevarte al límite emocional, una entiende que hay pocas cosas en la vida con tanto poder. Cuando alguien con su Cante tiene el don de hacerte explorar emociones que no eres capaz de investigar por ti mismo, te está haciendo libre. Esto solamente puede suceder cuando quien está transmitiendo el Cante es más libre en el escenario que en cualquier otro lugar y a Antonio le sucede, sube a escena y la convierte en el rincón en el que encuentra y exporta de sí todo lo que ni si quiera él es consciente que tiene. Es su hábitat natural y lo demuestra en cada tercio.
Rycardo es creador y abarcó el concepto musical de este recital desde su prisma, lleno de ilusión, de admiración y aportando efectos diferentes en un acompañamiento con mayor aportación musical que de escudero y que impregnó esta sala madrileña de un cáliz muy propio y muy en la línea berlinesa, que tanto nos gusta a los que allí asistimos cada vez que tenemos ocasión.
Noche de nervios, de riesgo, de éxito, de sudor y lágrimas, de risa y de brindis, del yin y el yang, noche de felicidad y entusiasmo, de admiración, de balconing sin colchón pero con caída en el confortable aplauso del respetable que acabó en pie rodeando de calor a estos dos enormes artistas.
Solamente me queda por decir GRACIAS. Gracias por hacerme parte de vuestra propuesta, por ir de mi mano en este recorrido y por hacerme sentir de esta forma que recordaba tan complicada. Por llevarme un ratito hacia mi padre, por hacer que me reencuentre con la pasión y la desazón. Gracias por llevarme al abismo esta noche.
Fotos de Carmen Fernández – Enríquez.
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