Cuantas veces los aficionados menores de cierta edad pensamos en lo que nos habría gustado vivir una época fundamental en el Flamenco y poder disfrutar de los cantes de Caracol, o el baile del Güito, el toque de Cepero… Por suerte algunas de esas figuras no están retiradas del todo y de vez en cuando podemos sentirles sobre el escenario.
La noche del sábado 24 en Casa Patas nos dio esa oportunidad, tanto en la García Lorca como en el Tablao. Subiendo la escalera del portal contiguo al bar ya se mascan sensaciones de un lleno hasta la bandera. María Vargas reventó la sala. Público habitual de estos ciclos y público que esta vez se únía para escuchar a la que ha sido sin duda una de las cantaoras más importantes de esta inigualable generación.
María comenzaba por Alegrías, continuaba por Soleá, y cerraba la primera parte por Fandangos. Acompañada por Miguel Salado a la guitarra y Miguel Téllez y Noe Barroso al compás, ya marchó a cambiarse de vestuario rodeada de aplausos y olés, pues la fuerza y sensibilidad de la sanluqueña no han decaído ni un poquito. Mucho menos su entrega, ella sale siempre al escenario a darlo todo, así acaba, agotada, inmersa en emoción. Entrega que por lo visto en la segunda parte, que empezando por Tonás, dio resultados rotundos en la Seguiriya, pues por los pasillos la describían como brutal y el remate por Bulerías con Tony Maya y Salomé Pavón como invitados de la Vargas se recordará entre estos muros como algo verdaderamente especial.
Cuando digo por lo visto es porque, para completar nuestra mirada atrás a aquellos tiempos anhelados, tras el descanso del recital de arriba, bajamos al Tablao. ¿Por qué? La Uchi y El Pelao, no creo que haga falta explicar mucho más. Una pareja emblemática para el baile flamenco. Su elegancia, el susurro de sus pies al cante, dándole su sitio, su espacio, el respeto al público a través de su cuidado por la elección de sus trajes, la pulcritud y el decoro. La viva imagen del Flamenco y la Flamenca, bailando, andando, saludando…En cada uno de sus gestos….Ellos se acompañaban de Pepe “El Bocadillo” y Juñares al cante y de Juan Serrano y Luis Miguel Manzano a la guitarra. No faltaron las Alegrías, ni la Caña, ni la mítica Farruca del Pelao, la Seguiriya y la Soleá como números sin baile, la primera de Juñares y Serrano, la segunda de Pepe y Luis Miguel, que obtuvieron el reconocimiento de un público abducido por el arte. El fin de Fiesta por Bulerías. Así acababa la noche y la primera edición del Ciclo Bota y Tacón, por la puerta grande.
Gracias a esta casa que siempre acoge al que la pisa con un cariño inmenso y gracias a Benamargo por programar estas veladas que nos dejan mirar atrás.
Fotos de Carmen Fernández – Enríquez.
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