Belleza es la primera palabra que viene a mi cabeza cada vez que recuerdo la música del sevillano Rafael Riqueni.

Esa fue mi sensación durante y tras el concierto de casi dos horas que ofreció el pasado día 20 de octubre de 2022 dentro del Festival Suma Flamenca de la Comunidad de Madrid, en la sala verde de los Teatros del Canal.

Salió al escenario solo con su guitarra tras un cálido aplauso del público. Con unos nervios entrañables al comienzo, como los de un niño que sale al escenario por primera vez, pronto él y la guitarra se fusionaron para empezar envolver al público con su musicalidad. Y digo bien, musicalidad, porque el sevillano traspasa los límites de la flamencura. Nos hace acordarnos de Falla, Albéniz, Turina o Granados…, expandiendo el universo de la música contemporánea andaluza.

Hace un recorrido por granaínas, soleá, fandangos de Huelva, alegrías…, composiciones de hace tiempo mezcladas con otras como “Trinos” de su disco “Parque de María Luisa” inspirada en el canto de los pájaros. Aunque lo más relevante fue el estreno de una obra que compuso hace muchos años, “Nerja”, inspirada en las Cuevas de Nerja.

Entra en escena el violonchelo de Gretchen Talbot. Parece que el violonchelo fuera el cante y Riqueni lo acompañaba con una complicidad especial. La melodía hacía guiños a la farruca, a la Canastera de Camarón… En otras piezas servía de base para que la guitarra tremoleara con una belleza inconmensurable. Picados por soleá y por bulerías en perfecta sincronía… Ella apoyándose en las partituras mientras Riqueni tocaba todo de memoria. ¿Cuánta música hay ahí adentro?

En la última parte el chelo nos deja para dar paso al trío de guitarras, compuesto por Salvador Gutiérrez y Manuel de la Luz. Me pierdo entre las notas con sensación de estar en otra dimensión, y de repente me reencuentro en una malagueña rematada con unos abandolaos y con una bulería que viajan por el diapasón teniendo deslices a veces más clásicos y a veces más flamencos.

Desde luego, hace falta escucharlo muchas veces para asimilarlo, pero con una vez basta para emocionarse.

Foto cedida por Suma Flamenca.