Dieciocho de Febrero, el Festival de Jerez vuelve a su fecha original, el invierno, cuando parece que la pandemia que nos hizo mover todos nuestros planes está dando algo de tregua y medio volvemos a la vida. En 2020 vivimos en este festival y, sin darnos cuenta, el preámbulo de un cambio radical que esperaba al acecho. Fue 2021 el año de la valentía y de mantenerlo en su, de momento, única versión primaveral haciendo todos los esfuerzos pertinentes por salvar de esta criba a nuestro arte y por fin en 2022 la rutina regresa, esa rutina tan necesaria a veces.
En esta ocasión he vivido el festival desde otra perspectiva, la de la programación, pues la gira “Como un Sueño” del Maestro Víctor Monge Serranito abría el Ciclo “Toca Toque” de la Bodega González Byass. Fueron muchos los momentos de emoción sentidos bajo el cobijo de “los Apóstoles” que enfriaron las manos del guitarrista poniéndole algo difícil la ejecución de su obra aunque en realidad, en estos casos el público asiste a ver y a escuchar a una leyenda viva de la guitarra que transmite en cada palabra, cada gesto y simplemente con estar sentado en ese escenario transmite mucho más que las manos más jóvenes y virtuosas. Tuvo a bien la Cátedra de Flamencología de Jerez despedir al Maestro con un reconocimiento delante de su público que finalizó en pie para devolverle todo el cariño que él ha entregado a la música a lo largo de su trayectoria. Más emocionante si cabe ver a algunos guitarristas de la ciudad expectantes ante una de sus referencias. Finalizada la responsabilidad es hora de divertirse y de disfrutar de este ambiente festivalero que se crea en la ciudad que llena cada uno de sus rincones de artistas y arte con ganas de celebración en la Reja.
Al día siguiente en la misma Bodega llega el turno del CANTE, así, con mayúsculas, pues don José Cortés Pansequito, acompañado por Miguel Salado, nos puso a llorar en multitud de ocasiones a lo largo de su recital en una edición especialmente complicada a nivel emocional para mí. En este sentido el flamenco nunca falla, sirve de desahogo, de medicina y de rendición. Intuimos a Panseco con algo de alergia o constipado que no fue sin embargo obstáculo alguno para atravesarnos con puñales en la mayoría de sus cantes.
En el Villamarta la Compañía de Carmen Cortés ponía sobre escena su espectáculo “Gira, corazón!” que en definitiva trata también de volver a ver bailar, a alguien que lo ha dado todo por el baile. Carmen se mostró escueta pero personal. Destacaría sin duda la labor de los guitarristas y el piano, que aunque breve, dos veces bueno.
Maravillosa ha sido la sorpresa este año para mí del bailaor Juan Fernández con su estreno “De los Puertos” en el Museo de la Atalaya. Espectáculo dirigido por Emilio Ochando absolutamente redondo. Juan es elegante en su forma y su fondo. Jamás pisa el Cante, cosa no tan habitual y muy de agradecer, más aún cuando el cante es transmitido por un Pepe de Pura que nunca decepciona y por los jóvenes Manu Soto y Miguel Lavi que aportan mucha personalidad. Excelente guitarra de Manuel Pérez y percusión de Javier Teruel que completan una obra sencilla y minimalista a la par que compleja y enorme en el resultado. De ahí a la “Cuerda Floja” de Ana Morales en el Villamarta, con la música de Bolita que una vez más te transporta a otro lugar y otra esencia. Ana utiliza su lenguaje corporal para hablarnos del equilibrio y el desequilibrio, de lo racional y lo visceral, del momento en que cada uno se encuentra y cómo se percibe, del abismo y el orden, cuidando cada detalle, desde el vestuario, la luz, la calidez y la búsqueda de las entrañas. A fuego lento eso sí, en algunos momentos quizá demasiado pero con un plato resultante que deja buen regusto por el buen hacer del trabajo, el esfuerzo y la sensibilidad.
El Festival es Flamenco, es espectáculo, es baile, guitarra y cante pero también es Gamboa, Kyoko, Víctor, Javier, Paco, Ángel, Pepe Castaño, Macarena, Helena, Vinaza, Diego, Antonio…. Casa Juanito, La Reja, El Canterbury, La Manzanilla, Los Jándalos, el Fogón de Pepe, Patri y por supuesto Cayetano….. Al final más importante que lo que vives es con quién lo vives y lo especial que cada uno de los que te rodeas te hace sentir. Un año más, gracias! Volveremos!
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