Complicidad Jerezana

Desde la primera vez que le escuché cantar en una Fiesta de la Bulería de Jerez, hará ya unos diez años, he ido a ver a Jesús Méndez cada vez que ha venido a Madrid. A lo largo de esta década, el cantaor ha ido cogiendo fuerza,  situándose entre los primeros de una generación que cuenta con grandes voces y artistas entregados a una profesión absolutamente pasional pero para la que hay que cuidarse y prepararse día a día.

Cuántas veces hemos escuchado que el Flamenco se acababa, ¿cuántas y desde cuándo? Pues no señores, no. Con fenómenos como Jesús su continuidad está garantizada. No se acaba, evoluciona, sigue su curso e incluso, si quieren, se “profesionaliza”. Digo esto porque también he escuchado otras tantas veces que “la mala vida” da una esencia especial a este arte, y sin embargo yo veo como artistas como él que no se emborrachan para subir  un escenario, que se cuidan la voz si tienen que actuar, no pierden ni una pizca de enjundia, de jondura y ni mucho menos de flamencura y si no, pregunten a cualquiera de las personas que el sábado 22 llenó la Sala García Lorca.

Hacía tres semanas que las entradas estaban agotadas, por algo será. Pregunten por la Soleá o por la Seguiriya. Y estaba hablando de cante, pero las mismas palabras pueden estar dirigidas sin modificar ni una al toque, pues Manuel Valencia ejecuta sus cuerdas con la misma brillantez que Méndez su voz. De hecho, juntos se hacen crecer el uno al otro, eso lo da la complicidad de dos amigos que se conocen y se entienden, que se escuchan y se admiran y que suman y aportan al Patrimonio Cultural de la Humanidad, calidad y elegancia.

Tan importante es el arte como el respeto al público y ésto en los dos jerezanos es muy de agradecer. Como afrontan cada recital vestidos de una manera impecable, dirigiéndose al respetable con una educación exquisita y poniendo al Flamenco a la altura que merece. Esta noche, que como siempre se dividió en dos partes, se compuso de Alegrías, Malagueñas y Verdiales, Tientos – Tangos, incluidos de Jerez, recordando a la Paquera, y después por Triana, Tonás para acabar la primera parte. El comienzo de la segunda, por Soleá y Seguiriya y para acabar Bulerías con reflejos al Torta y Luis de la Pica, rematadas con el “Romance de Juan Osuna” y con pataíta de Manuel Salado y Diego Montoya que pusieron el compás. Tras los aplausos, Fandangos, con recuerdo a Manuel Torre. Otra vez aplausos y vuelta al escenario para hacer un fin de fiesta con Valencia bailando y entregado al clamor de sus seguidores.

Larga vida asegurada al Flamenco!

Fotos y vídeo de Carmen Fernández – Enríquez.



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