[ El veinticinco de Junio/ le dijeron al Amargo… ] En esta fecha tan flamenca elegía la directiva de la Peña Flamenca La Yerbabuena celebrar una programación de esas que quitan el hipo. Hay carteles irresistibles, tanto, que el propio Tomatito no ha podido escapar a la tentación y llevará a este mismo trío de ases a su concierto de las Noches del Botánico: Duquende, Antonio Reyes e Israel Fernández. Al igual que el escudero de Camarón, hemo sido incapaces de resistirnos y nos hemos escapado a Ogíjares.
Se daría el recital en el patio de la Peña, al aire libre en una noche ya de verano que todos esperábamos desde hace algún tiempo como agua de Mayo. Salieron por orden de edad, de mayor a menor, así que fue Duquende el encargado de abrir. Con el público aún un poco frío arrancaba Juan por Taranta y Cartagenera. Le acompañaba a la guitarra José Fermín Fernández, tocaor granaino que fue profeta en su tierra y que demostró un dominio de la bajañí muy a la altura de su Bordón Minero y su Premio Nacional de la Guitarra del Concurso de Córdoba. Técnica, compás y emoción, no le falta absolutamente nada. Seguiriya, Tangos y Bulerías. Personalmente el desgarro de Duquende me lleva a otro lugar, ése en el que no estoy segura de querer estar pero que sin embargo me resulta necesario para tocar fondo y coger fuerza. Su instinto y su salvajismo me enganchan y siempre encuentro en su eco un lugar de refugio.
Tras él, Antonio Reyes. Fue el cantaor chiclanero el único en conseguir un momento de absoluto silencio y fue en su primer Cante, por Soleá. El respeto que Reyes consigue sacar del Respetable, los jaleos sin necesidad de escándalos, el aplauso sosegado, es digno de reseñar. Antonio obtiene del público la misma actitud con la que él se sube a las tablas y lanza su Cante, despacito y a compás. Arranca sobriedad hasta a quien no la tiene y se masca la admiración de todo el aficionado que lo escucha. Tangos, Bulerías y Fandangos, unos de ellos, de Aznalcóllar, metido en los Tangos. Su hijo Nono Reyes le acompañó al toque y demostró una vez más conocimiento del Cante de su padre, dejándole cantar, dándole sus silencios y aportando soniquetazo. Esto último también lo poseen Juan Ramón Reyes y Tate Núñez. Murmullos de satisfacción durante el descanso y entrega absoluta por parte de los asistentes hacia este cantaor.
Y si Antonio consigue del público esa sobriedad mencionada, Israel Fernández saca el fenómeno fan. La gente en pie casi desde el primer Cante. Granaina, Tientos – Tangos, Soleá y Fandangos, con bis incluido y un cierre de dos niños que subieron a escena. Presenté a Israel mencionando que lo he visto crecer personal y profesionalmente y he vivido su evolución muy de cerca. Con el paso de los años está llegando a un Olympo que se ha ganado a pulso, o mejor dicho, quejío a quejío y es su forma de transmitir y de llegar directo a las entrañas la que provoca que nadie quede nunca indiferente. Juan “El Tuli” a la guitarra aportó sensibilidad a la altura de este “bicho del Cante” que sin duda nació para ésto, pues transmite lo que vive y la forma en la que lo pasa.
Noche inolvidable que ha puesto un listón muy alto a la temporada veraniega.
Fotos Archivo VPF Carmen Fernández – Enríquez.
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