Acudimos a una cita ineludible para un flamenco que se precie, tuvo lugar ayer en Madrid, en la sala sinfónica del Auditorio Nacional. Se trataba de ver a dos grandes referentes de una generación que es transgresora en algunas ocasiones, pero que es conocedora y respetuosa con el flamenco de verdad.
Dos artistas de talla internacional, con un conocimiento extremo, que tuvieron el detallazo de atendernos muy amablemente antes del concierto para charlar con nosotros un ratito, y para contestar a nuestro cuestionario VPF, incluso tuvimos el gran privilegio de asistir al final de la prueba de sonido, un lujo para los sentidos y para el alma. Unos momentos previos que, al menos a mí, se me quedarán grabados en la memoria durante toda mi vida.
A una hora poco flamenca, y con más luz de la habitual para este tipo de recitales, da comienzo el concierto. Lo hace con Chicuelo solo en el escenario, desgranando nota a nota desarrollos armónicos que hicieron las delicias de un auditorio “lleno hasta la bandera”, que supo agradecer y reconocer su toque con una gran ovación al terminar su pieza en solitario, es entonces cuando aparece por detrás y por su derecha Duquende, de azul y con un sombrero “calao”, que le hace aun más grande.
Uno al lado del otro, sin acompañantes, solo voz y guitarra, guitarra y voz, ambos unidos en una simbiosis creada tras mucho trabajo juntos y muchas colaboraciones en las que los dos han dejado creaciones de una calidad y un gusto sublime.
Comienza Duquende por Taranta, dando pistas al respetable de lo que se avecinaba, una tarde de Cante grande.
Siguieron los dos con Soleá por Bulería, Alegrías, Cantiñas, Duquende recordando algunas letras que hacía Camarón, como esa de los “pueblos de la tierra mía” y Chicuelo demostrando su extraordinario dominio del mástil de la sonanta falseta tras falseta. Ambos arrancaron “Oles” en el patio de butacas al terminar esos tercios, dando paso a las primeras notas del tema “Lo bueno y lo malo”, del gran Ray Heredia, e incluido también en el primer disco del cantaor de Sabadell.
Vuelven a parar el ritmo, rasgueos al 5 por medio a compás de siguriya, la voz de Duquende resuena por todo el recinto, momento cumbre del concierto bajo mi punto de vista, eso es cantar y acompañar como cantan y acompañan los buenos.
Continuaron “un poquito por tangos” y terminaron con BIS incluido, por Bulerías, jugando con el ritmo el tocaor, y rompiendo su garganta el cantaor.
Sin duda, ayer vivimos una jornada de flamenco del que engancha, sin adornos ni acompañamientos, gracias a los dos.
Foto y vídeo de Carmen Fernández-Enríquez.
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