Cinco años, cinco, sin la guitarra más carismática del Flamenco. Un día como hoy las noticias llenaban de tristeza un mundo que él llenó de alegría. Se marchaba Manuel Moreno, «Moraíto Chico», el «Morao».
La entrevista que siempre me habría gustado hacer, pero Vivepasiónflamenca tiene una vida más corta. Me habría encantado pasar un ratito con Manuel y que contestara nuestro #CuestionarioVpf, tengo las respuestas de su hijo Diego, que por suerte para el Flamenco da continuidad al Toque de su padre, y a quien por supuesto daba como respuesta al artista con el que él se quedaba.
Lo que no me queda en el tintero es todas las veces que le vi sobre el escenario, creo recordar que yo siempre le vi acompañando a Mercé, y cada vez que iba a escucharles me emocionaba tanto poder ver a uno como a otro, es que el «Morao» tenía una magia especial. Llenaba el escenario con su simpatía, con su eterna sonrisa, con su forma de disfrutar de las tablas.
No hace falta hablar en esta ocasión de la altura suya como artista, sobre su forma de tocar está todo dicho y escrito, sobre como ha sido embajador del Toque jerezano, sobre su compás, sobre sus falsetas, sus bulerías…Éste es un particular homenaje en papel, bueno online, desde el corazón de una aficionada, sin más pretensiones que ésa, no olvidar, no dejar de rendir pleitesía al Maestro.
Esta es mi forma de agradecerle tantas y tantas noches en las que entregó su vivir a través de su sonanta a un público dichoso por escucharle. Es mi manera de expresar mis sentimientos ante su grandeza musical, ante su arte, ante sus duendes, que si es verdad que existen, el Morao conseguía sacarlos cada vez que le daba a las cuerdas.
Como su gran amigo Diego Carrasco le canta, «cómo te echo de menos, Morao!»
Foto cedida por Paco Manzano.
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