Siempre había visto a Víctor Guadiana con su violín en el cuadro del Patas, formando parte de la compañía de Manuel Liñán, en la presentación del disco Alejandra de José Almarcha y otras colaboraciones, pero nunca como solista a pesar de que siempre destacaba por su transmisión y virtuosismo y también, por qué no decirlo, por su aspecto más rockero que flamenco.
Me alegré mucho de verlo dentro de la programación de la Suma Flamenca porque desde luego es un músico al que merece la pena escuchar. Tenía dos certezas previas al concierto: la primera, que flamenco tradicional no iba a ser y la segunda, que no me iba a defraudar. Y no me equivocaba.
Son pocos los músicos que conozco que cuentan con tanta versatilidad. Y no me refiero solamente a Víctor por su violín y su guitarra eléctrica, sino también a los otros tres integrantes del cuarteto: Jorge Santana (batería y percusión), Marco Niemietz (bajo y contrabajo) y Gaizka Baena (guitarra flamenca) y a la variedad musical del repertorio.
En este encuentro musical en la sala negra de los Teatros del Canal pudimos escuchar distintas piezas, desde palos flamencos como una caña con la escobilla tradicional a compás de tangos o una magistral farruca, denominada “Barruca” por su tinte barroco, en el que la batería simulaba a momentos el zapateado del bailaor. De ahí al rock progresivo por bulerías con “Metalerías”, pasando por “La Fragua” composición de Gaizka, y luego al clásico español con una adaptación de la danza andaluza nº5 de Granados. ¡Qué preciosidad!
Otro experimento de Víctor fue “Folía flamenca”, interpretando una folía barroca a compás de bulerías en la que jugaba con melodías reconocidas como las de “Anda jaleo jaleo”, la alboreá, “Los cuatro muleros” o el estribillo por alegrías con origen jotero y tan tablaero “y si no se le quitan bailando, los dolores a la molinera […]”. El tema “Paz” con una incursión en el estribillo de un reconocido bolero nos hizo canturrear en la butaca, “Tarantolla”…
Por último, no puedo dejar de destacar lo bien que se lo estaban pasando ellos en el escenario, lo cual nos hacía partícipes a los espectadores de esa complicidad y buena energía.
Suscribo el agradecimiento de Víctor Guadiana a Antonio Benamargo, director de la Suma Flamenca, por dar cabida dentro del festival a músicos que vienen de fuera del entorno de flamenco de tradición (por decirlo de alguna manera) para poder expresarse. Porque también tienen mucho que expresar.
Foto de Pablo Lorente cedida por Suma Flamenca.
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