Si tengo que resumir la noche del sábado en la Sala Berlanga en dos palabras serían arte y sorpresas.

En la tercera edición del ciclo «Flamencos y Mestizos» de la Fundación Sgae, dirigido por Paco Ortega, cerraba espectáculo Emilio Caracafé, sevillano, del barrio de Las Tres Mil Viviendas, que se vino a Madrid con unos cuantos músicos de allí mismo y con el bailaor Torombo.

Sale a escena el guitarrista, él solo y ya comienza el espectáculo dejando entrever que es un artista especial. Su forma de interpretar la música en el escenario no se limita al toque, él también da sus taconeos y regala gestos que simulan capotazos y entradas a matar.

Ahora sale el grupo que le acompaña, entre ellos su hijo al cajón, dos cantaores, un bajista y un organista. Entre todos lanzan cantes por alegrías, bulerías e interpretan temas tan conocidos como «Ojos Verdes», «La Zarzamora», «La Tarara», «Corazón Loco» y no podía faltar «Soy Gitano», bueno, hubo varios cantes y toques por Camarón, porque como el mismo Caracafé me confesó luego en entrevista, él es Camaronero.

Cuando hablo de sorpresas me refiero al momento en que el artista invita a subir al escenario a Paco Ortega, para todos juntos interpretar su «Calaíto» y recordar así el momento en el que ellos se conocieron, que este tema era éxito total. Más sorpresas fueron los bailes del Torombo, a los que en alguna ocasión acompañó también taconeando Emilio. Me refiero con sorpresas a que tuvimos delante «una guitarra que canta»

Cante, toque y baile en un mismo escenario, con la forma natural que tienen las fiestas en Las Tres Mil, con el arte de gente que lo tiene desde que son paridos. Arte que les sale de la tripa, del alma, del corazón. Espontaneidad en cada momento y espectáculo que levanta el patio de butacas al rimo de «otra,otra» en agradecimiento a los artistas por la gran noche que nos hicieron pasar. Un diez.