Noche del sábado 25 de mayo de 2019, fecha para el recuerdo, el Teatro Flamenco Madrid vuelve a rendirse al flamenco más versátil de un digno heredero de la tradición musical de esta tierra y todas las que conformaron el flamenco actual (música popular española, árabe, sefardí, india, hispanoamericana…).

El pasado 21 de diciembre de 2018 publicamos en esta web la crónica de la presentación en Madrid del primer single de este enorme artista; aquella noche ya fue especial y esta última no iba a serlo menos.

Por no repetir y a grandes rasgos, decir Ingueta Rubio es sinónimo de herencia, pureza y personalidad arrolladora. Es un artista en mayúsculas, cantaor, guitarrista, compositor… Un auténtico fenómeno de su tiempo. Antonio es nieto del cantaor Antonio «El Rubio», hijo de Miguel «El Rubio», también cantaor, sobrino de Camarón de Pitita, guitarrista y también sobrino de Joaquin el Canastero, otro genio de su época. De casta le viene al galgo, a priori sería fácil con ese entorno artístico familiar ser un fuera de serie con las vivencias que ha tenido desde el vientre de su madre, pero aparte del entorno, que hace mucho, son muy importantes las facultades que uno tenga y el trabajo duro y concienzudo que hay que hacer para ser un profesional. A mi entender, Antonio Ingueta es Artista, respeta el escenario, canta, compone y toca muy bien, tiene a sus espaldas un bagaje impresionante y por si fuera poco, se le nota el trabajo de habitación estudiando ¿puede ser un artista más completo?.

La noche empezó con la presentación de Paco Ortega, para mí el Leonardo Da Vinci español del panorama musical del siglo XX, productor de este trabajo, haciendo un breve repaso de momentos en la grabación y la ilusión con la que habían afrontado este trabajo todas las partes.

Detrás del telón se oía respirar a Antonio y su escudero en este trabajo, el guitarrista de Caño Roto Kilino Jiménez, nervios antes de abrir la cortina y segundos después concluye Paco Ortega y llega el momento esperado, presentar al público de Madrid en directo el resultado de tantos meses, o mejor dicho tantos años, porque es el trabajo de conocimientos y sentimientos acumulados en cuarenta y dos años de vida.

Comienzan Antonio y Kilino por Levante (Taranta y Cartagenera) y continúan después por Granainas, en estos dos Cantes Antonio pone toda la carne en el asador, no hay engaños, no hay compás, ni jaleos, ni nada que puede tapar una nota mal dada, es un diálogo entre dos instrumentos, guitarra y voz. Sin abandonar los patrones tradicionales de estos palos, en su voz no suenan igual, llevan giros y cambios de velocidad vertiginosos, rebuscándose, que nos arrancaron bastantes oles.

Entran a las tablas el bailaor Rapico, el hijo de Camaron de Pitita, Natanael Carmona, Rafael Montañez y Rubén Romero al compás y Antonio agradece y dedica las Cantiñas al cantaor Yeyé de Cádiz, se acuerda de su tierra de origen, la Línea de la Concepción y empiezan los primeros acordes de Kilino con sonido de olas de la Caleta, increíbles, un ratito muy gaditano en pleno centro de Madrid.

Dice Antonio después, con felicidad en su rostro y el reflejo de lo a gusto que estábamos el público y él pleno de facultades disfrutando cada nota, “ahora voy a hacer un cantecito serio… por Seguiriyas”, nunca he escuchado cantar a Antonio mejor por Seguiriyas y en directo a muy pocos, la manera de terminar el macho al golpe nos dejó a todos perplejos por la intensidad…. Aplausos largos.

Presentó Ingueta Rubio a su padre Miguel «El Rubio» con admiración y abandonó el escenario, se quedó Kilino y entró Miguel con los ojos llenos de orgullo por su hijo, se incorporó también al elenco el guitarrista madrileño Joni Jiménez y los compañeros que subían con ellos para darle el colchón al compás donde se siente Miguel tan a gustito, Romeras para empezar y Bulerías para terminar, haga lo que haga Miguel da igual, tiene algo diferente a todo el mundo, es tan personal y le suena tan flamenco… qué grande dentro y fuera del escenario! Todo el público cautivo de su sonido despedimos a Miguel con jaleos y aplausos.

Vuelve Ingueta Rubio y se incorpora el Contrabajo de Josemi Garzón para hacer unas Bulerías del disco (La Luz de la Eternidad), mucho trabajo detrás de este tema y el público contento. Seguimos por tangos, el single del cd, Remordimiento, con mucho soniquete, Lucky Losada a la percusión y Chari de los Rubio a las voces, Kilino y Joni gozando, jugando con su música, como hacen desde niños juntos con sus melodías, con el compás magistral de atrás y Antonio a gusto, volando…Ole.

Se acercaba el final y quisieron regalarnos Antonio y Miguel unos fandangos naturales, con esa forma que sólo los Rubio saben hacer, tan personal, tan flamenca…Grandes!

Se despidieron todos de escena, tras una larga ovación y finalmente tuvieron que volver, queríamos más y nos deleitaron con una Rumba muy canastera “Con su Delantal», muy pegadiza, soniquete y ganas de bailar, terminamos arriba y contentos de lo que habíamos vivido. Ingueta Rubio, creo que satisfecho por su cara de felicidad, con la gente en pie aplaudiendo. Agradecimientos a los asistentes y a María Larroca, su representante y  responsable de este medio y a todas las personas que le han ayudado en su camino.

Como reflexión, la noche era de Ingueta Rubio y sus compañeros de escenario, él era el protagonista y el que cogió el timón del barco para dar a conocer con orgullo su trabajo y el de más personas, pero… Ver en la primera fila, apoyado en su bastón, con su sombrero, con su sabiduría, con 91 años, a Antonio «El Rubio», orgulloso de su hijo Miguel y de su nieto Antonio, pensando “Abuelos, padres y tíos , de los buenos manantiales, nacen los buenos ríos»  fue al menos para muchos que allí estábamos algo histórico.

Me hubiera gustado ver a más flamencos de Madrid ese día allí, cada uno tiene su motivo, pero ahora más que nunca hace falta apoyo entre compañeros para que el flamenco de verdad, éste, el de los Rubios y otros tantos de los auténticos, el cante y toque de verdad, permanezcan eternamente.

Fotos de Carmen Fernández – Enríquez.