Flamencos y Mestizos | Diciembre 2018

Como ya es costumbre, el mes de diciembre se inunda de Flamenco en Madrid y uno de los ciclos mejor instalados en la capital vuelve a batallar por el arte, es el «Flamencos y Mestizos», dirigido por Paco Ortega y organizado por la Fundación SGAE.

Esta vez acudimos a las dos primeras veladas. Jóvenes generaciones de cantaores y bailaores por derecho que volvieron a colgar el cartel de «No hay Entradas» días antes de su actuación.

Arrancaba el ciclo con la cantaora madrileña Lela Soto. Es madrileña de nacimiento y jerezana por raíz pues Lela pertenece a la saga de los Sordera, es hija de Vicente Soto y nieta de Manuel Sordera, patriarca de esta rama. La Soto tiene muchas cualidades para estar en los escenarios, su dulzura, su elegancia, su forma de expresar, su afinación pero quizá destacaría que la más importante para mí es que esta artista tiene música en su voz. Está llena de matices y de aromas que van de lo más añejo a lo más fresco. Es versátil, capaz de irse a lo más ortodoxo como de volar por textos de Galeano acompañada del que la otra tarde la volvía a ser su escudero, el gran Rycardo Moreno, esta vez en un recital propio de la casa de Lela por Malagueñas, Soleá por Bulerías, Bambera, Seguiriya, un Martinete muy diferente con acompañamiento a la sonanta, muy creativo, respetando el Cante de Fragua al máximo pero meciéndolo con la seis cuerdas. Trajeron Lebrija a la guitarra y también a la segunda guitarra tocada por Currito Malena y Manuel Moreno a la percusión. Bulerías para despedirse rodeados de oles y de aplausos que daban paso a la segunda actuación de la tarde, la bailaora Cynthia Cano.

Era la primera vez que la veía bailar en directo y me llevé una grata sorpresa. Cynthia tiene ángel. Lo tiene. Sobre todo porque disfruta tanto sobre el escenario que transmite seguridad, belleza. Incluso fuera ya de tiempo ella quiso ofrecer al público madrileño sus Alegrías, con bata de cola. No quiso quedarse con las ganas y el respetable la devolvió lo entregado en forma de alabanza. Cuidó mucho su presencia escénica, su vestuario y de quién se rodeaba. A la guitarra trajo al cordobés Luis Medina que brilló. Al cante Roberto Lorente y Gabriel de la Tomasa, dos de los más indicados para el acompañamiento al baile que inspiraron y arroparon a esta artista.

Para el segundo día apuesta segura, el cantaor Israel Fernández con su guitarrista Joni Jiménez y las palmas del Pirulo y Marcos de Jerez protagonizaban la primera parte. Venían con ganas y espíritu ya navideño. Era un día casi de celebración pues los compañeros que actuaban en la segunda parte son más amigos que compañeros y el ambiente creado desde la prueba de sonido ya era especial.

Israel salió a matar, como siempre, o mejor dicho, a llevarse bien con el Cante pues él dice que con el Cante no hay que pelearse, hay que quererlo mucho, como a un amor, y lo lleva a rajatabla. El quiere al Cante pero éste lo adora a él. Son una sola pieza. Israel no sabe ser sin cantar. Es su vida, su afición, ahí está la clave de su arte, en su conocimiento, en su proceso de investigación además del evidente don natural. Hizo un recital clásico con Tarantos, Soleá, Fandangos y Tientos Tangos y cerró por Bulerías en las que metió letras de Villancicos dadas las fechas. Joni le conoce y lo eleva más si cabe. Creo que son una de las parejas artísticas que  mejor funciona sobre el escenario y que más disfrute va a dar a los flamencos.

La segunda parte causaba mucha expectación. Desde Granada venía Claudia «La Debla» que con trece años recién cumplidos pone el vello de punta a cualquiera. Creo que programar el mismo día a estos dos artistas fue un auténtico acierto pues en común tienen esa forma tan natural de exportar un arte. Esta artista comenzó por Seguiriya bailándole al Cante de Gabriel de la Tomasa e Ingueta Rubio, que entre medias se metieron por Martinete, y la sonanta de Kilino Jiménez y la percusión de «Morito». Además bailó por Tarantos y triunfó por Tangos. Fue en ese momento en el que recibió los jaleos del público y de los artistas anteriores que no dudaron en subirse de nuevo a las tablas para todos juntos regalar un fin de fiesta que culminó con el patio de butacas rendido ante el Flamenco una vez más.

Fotos de Paco Manzano.



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