Una vez escuché a Pedro Almodóvar decir que después de Jesucristo, Chavela Vargas era la persona que extendía los brazos en cruz de manera más bonita. Cada vez que veo a Remedios Amaya pienso en esa frase y en que para mí es ella la que se alza con ese don. Anoche en la sala García Lorca lo volví a constatar.
Minutos antes de salir al escenario compartimos un momento con ella en el camerino. Salía de detrás de una cortina, con una túnica roja, con mangas de mariposa, elegantísima, tan guapa, tan llena de magia…. Saludaba a Ingueta Rubio con admiración y cariño. Se la veía contenta. Era una noche especial. Estaba rodeada de amigos, de artistas.
Pasadas las diez y media y casi sin poder entrar en la sala, sube a las tablas rodeada de su gente y del calor de los aplausos. La acompañaba Paquete a la guitarra, y arrancaban por Soleá por Bulerías para después hacer ya el resto del recital por fiesta. Paquete la llevó en volandas, la dejo ser y demostró una vez más que es uno de los mejores músicos que por suerte tenemos. Estaba entregada. Entregada y dispuesta a recibir todo el cariño y admiración de los presentes. Con una humildad que siempre caracteriza a los más grandes disfrutó de su actuación y dio el corazón. En muchos momentos se emocionó, como cuando se acordó de Moraíto. Es impresionante verla empaparse en lágrimas mientras canta. Su mejor forma de expresión es simplemente sentir. El alma al aire para todos nosotros.
Ver a Remedios es especial no solamente por la grandeza de su Cante y su capacidad artística. Ver a Remedios es especial por todo lo que crea a su alrededor. Un Casa Patas lleno. Por lo menos un veintena de artistas que la jaleaban constantemente. Cancanilla, Guadiana, Carlos de Jacoba, Juan Habichuela nieto…. Imagino que sucede lo mismo que sucedía con Camarón. Por desgracia yo era una niña cuando el partió a otro lugar y nunca lo vi en directo pero tengo la sensación de que la Amaya mueve y genera los mismos sentimientos en sus compañeros y en la afición que causaba el Genio.
Fin de Fiesta con invitación a los cantaores antes mencionados y la bailaora Claudia Cruz y el bailaor Juan Amaya, el Pelón, a subir con ella. Diez minutos de una intensidad emocional muy fuerte, para los que estaban arriba y para los que estábamos abajo, pues en el fondo no podíamos evitar pensar que el concierto estaba a punto de terminar y queríamos más.
Acabó el recital pero ni la noche, ni el Cante, ni el Arte, pues como era de prever se formó la juerga. Y así, entre cantes del último eslabón de los Rubio, del Cancanilla, de Guadiana y por supuesto de ella, la reina de la noche, acabamos casi con la luz del Alba. Su luz. La que Remedios irradia a través de su sonrisa, de su mirada, de su belleza y sobre todo de su voz, su cante, su alma y su transmisión.
Gracias, gracias, gracias.
Fotos cedidas por Diego Gallardo.
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