Genio y Figura hasta la sepultura. Creo que es la mejor definición posible para Miguel Flores.

Capullo de Jerez artista completamente peculiar, volvió a ganarse al público madrileño, a su público porque «el Capu» tiene un séquito de fans que acuden a verle allá donde él vaya, es como el Beatle flamenco, le paran para hacerse fotos antes y después de los conciertos, le jalean por donde se lo encuentran, cantan sus temas que se saben al dedillo, un Beatle vamos, pero muy flamenco, porque aunque sea completamente diferente a todos los demás, él no se sale de sus bulerías, sus tangos, sus fandangos, sus seguiriyas….Eso sí, normalmente, con letras propias.

Y así transcurrió el concierto, con la admiración de cada uno de los allí presentes y la devoción de su escudero, Niño Jero, que llenó el espacio escénico de complicidad y flamencura.

Compás de los Flores y Tequila de Jerez, no se resistieron a interpretar sus «great hits», «La Culpa No la Tuve Yo», sus cantes a la libertad o su mítica «La Vida es una Rutina». Además de Tonás, Seguiriyas, Taranta…

Esa noche, Vive Pasión Flamenca hizo de anfitrión de un grupo de amigos que no habían ido nunca a ver flamenco, así se estrenaban, en un mundo que les dejó absolutamente boquiabiertos y al que se engancharon con el primer «Ay» de Miguel, dispuestos a repetir más pronto que tarde, y a dejarse enamorar de nuevo por este arte milenario que vuelve loco y que nunca defrauda, a pesar de reconocer, no haber entendido ni la mitad de los versos que el Capullo transmite en cada palo. Gajes del oficio, eso se corrige a base de escuchar.

Jueves flamenquísimo en la Sala García Lorca, que creo terminó en juerga hasta altas horas de la «madrugá».

Foto cedida del archivo de Casa Patas.