Siempre he pensado que el Flamenco es la mayor expresión cultural que tenemos al nivel de un Goya, un Picasso y por supuesto de la mano de textos de García Lorca o Demófilo. Siempre he pensado también que no reivindicamos lo suficiente este lugar que nos corresponde y quizá una de las maneras más interesantes de hacer dicha reivindicación sea, por supuesto, llegando al público desde las tablas. El aficionado lo sabe, pero el que no conoce este mundo tan de cerca puede aproximarse a él gracias a otras disciplinas artísticas y, como no, la literatura forma parte del Flamenco y viceversa desde su existencia. Por eso, espectáculos como el de Aitor Contreras me parecen imprescindibles. Poeta madrileño enamorado de Lorca y de Morente ha creado «De Palo Santo y Marfil», que no es otra cosa que una performance en la que el poeta expone su obra literaria acompañado por música, flamenca, por supuesto.
La elección de su elenco acertadísima pues cuenta con la sonanta de Pepe Carbonell «Montoyita», que adorna y acompaña con sus seis cuerdas de manera única a Aitor: Soleá, Seguiriya, Rondeña, Tangos o Bulerías suenan y lo más profundo de Pepe llega siempre cuando Enrique está presente, tanto cuando Contreras recita los versos premonitorios «En Tus Sueños», grabados por Estrella y Pat Metheny, que el Maestro dejó escritos y que su Aurora encontró en un bolsillo de su pantalón cuando ya nos había dejado, como en el Romance que Aitor le dedica.
Aromas del Albaicín pero también del Rastro. cantos al desamor y a la sabiduría de los mayores. Con un lenguaje cercano, sencillo y a la vez íntimo y desgarrador en algún momento, los versos del escritor conectan con el respetable. Además de guitarra, Viola da Gamba, la que ejecuta Alba Fresno que aporta elegancia y sensibilidad. También percusión, cajón, djembé y plato de los que se encarga Vicente Suero «Morito».
Por si faltaba algún elemento, el Baile termina de completar. Ver a Pedro Córdoba en acción es como retroceder en el tiempo. Medido, con peso, alzando los brazos y sin pisar jamás la interpretación del protagonista. Elegante, masculino y al servicio de la música, desde el dominio de la técnica consigue traspasar la línea y llegar a la emoción.
«A Vivir se va Viviendo» medio susurra Aitor Contreras como «Autopsia de un Suspiro», y así, sin casi darse cuenta, al poner sobre escena éstos, sus dos libros, nos ayuda a reivindicar ese hueco que no debemos olvidar, es el que corresponde al Flamenco.
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