Imagínense una fiesta con Mick Jagger, Paul McCartney, Tina Turner, Dylan, Bono, Pat Benatar, Madonna…. ¿Cuánto costaría una entrada?¿En cuánto se valoraría esta reunión? ¿Qué cantidad de gente daría lo que fuera por presenciarlo? Pues esto es lo que ha pasado los días 28, 29 y 30 de Noviembre en Mairena de Alcor, pero esta vez la fiesta era FLAMENCA.
Alonso Núñez Rancapino Chico convocó durante tres días a sus fuentes de inspiración para grabar «Por Mi Amor al Arte», lo que será su primer trabajo discográfico. La Huerta de la Paz, de Antonino Parrilla fue un coladero de esencias que cada día superaban el anterior, tanto es así, que me ha costado días asimilar lo vivido y poder escribir.
Desde Juan Villar, Vicente Soto, José de la Tomasa, Cristina Hoyos, Chiquetete, Aurora Vargas y Panseco, María Vargas, Cancanilla, Antonia Contreras, Juan Ramón Caro, Manuela Carrasco, Joaquín Amador, Curro Romero, Caracolillo de Cádiz, su compadre, que apareció para darle una sorpresa pues en principio no podía ir, y por supuesto, Rancapino, el maestro de Alonso, que a pesar de estar aún convaleciente por un virus estomacal, no quiso dejar de estar con su hijo en un día tan importante. Importante para Rancapino Chico y para el Flamenco pues se ha creado una nueva forma de grabar. Discos en directo hay muchos, pero Alonso y los productores Domi Serralbo y Almudena de la Maza, no se planteaban hacerlo sin crear ambiente y así lo hicieron. Tres días de comida entre amigos, de reencuentros de artistas, de unión y recuerdos, de anécdotas, de abrazos, de arte, de mucho arte. Y cuando ya estábamos todos con el calor en el cuerpo, a grabar, cada día un recital en los que el chiclanero se dejó la piel, ha cantado como nunca pues la mezcla de nervios, de emoción y la seguridad de estar creando exactamente lo que él quería, se convirtieron en pura transmisión. «Tú vas a ser un número uno», le decía Higuero. Y desde luego lo será.
No quiero desvelar nada del contenido del disco, es mejor disfrutarlo cuando llegue el momento, escucharlo despacito, con temple, como él canta, pero sí les diré que poder presenciar los olés del padre al hijo, los consejos de un Panseco que desbordó cariño hacia su sobrino, los jaleos de Curro, es algo indescriptible.
Ahora es el turno de la escucha, de reposar emociones, de seleccionar y empaquetar en un cd lo mejor de cada día para que su público también disfrute.
El jueves 30, rodeado de sus amigos y familia, de las personas que le siguen con absoluta fidelidad donde vaya, ese fue el regalo de Alonso, invitarnos a vivir junto a él momentos inolvidables.
Además de rodearse del top ten flamenco como espectadores, ha hecho los mismo eligiendo a los músicos que le acompañaban. Dos guitarras, las suyas, las de Antonio Higuero y Paco León. Tres palmeros, los que siempre le jalean, Manuel Cantarote, José Rubichi y Chicharito de Jerez. Y un piano, el del gran Diego Magallanes. Él, que podía elegir a los músicos que le diera la gana, eligió a los suyos, a los que se recorren el país junto él. Con los que pasa horas y horas metido en un coche. Siempre de viaje, siempre lejos de casa. Los que mejor le conocen y con los que se está haciendo un grande del Cante. No podían ser otros. Esa es su mejor virtud, la lealtad.
Simplemente GRACIAS. No solamente por haber sido invitada a presenciar lo que algún día pasará a ser un momento histórico, si no por vivir con vosotros una forma de hacer que seguro va a crear tendencia y que más de un artista va a imitar. Y sobre todo gracias por ser y sentir con esta humildad heredada de tu padre y que te hace tan especial. Ahora toca esperar para poder escuchar «Por Mi Amor al Arte».
Fotos de Archivo VPF Sonsoles Benítez de Soto y Carmen Fernández – Enríquez.
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